Escritora
y divulgadora. Así se describe Elsa Punset, directora de contenidos del
Laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional (LASE), licenciada en Filosofía y
Letras, Máster en Humanidades por la Universidad de Oxford, Periodismo por la
Universidad Autónoma de Madrid y Educación Secundaria por la Universidad Camilo
José Cela. Es una de las principales referencias de habla hispana en el ámbito
de la aplicación de la inteligencia emocional como herramienta para el cambio
positivo. Elsa Punset suma más de un millón de lectores como autora de libros
de éxito como ‘Una mochila para el Universo’, ‘El libro de las pequeñas
revoluciones’ o el más reciente, ‘Felices’. Es autora también de los cuentos
ilustrados de “Los Atrevidos”, dirigidos al público infantil para ayudarles a
comprender y gestionar de forma entretenida, sus emociones básicas. Su búsqueda
de respuestas sobre el ser humano en la ciencia, la neuropsicología y la
pedagogía le ha permitido estudiar y describir las emociones y cómo aplicar la
inteligencia emocional. Citando al experto John Gottman, Elsa Punset afirma:
“Sed los entrenadores emocionales de vuestros hijos y dejadles expresar todas
las emociones que llevan dentro… El mejor favor que podemos hacer a nuestros
hijos es ayudarles a vivir con todas las emociones”.
TRANSCRIPCIÓN
00:01
Elsa Punset. Soy Elsa Punset, soy escritora, a
ratos filósofa, siempre divulgadora. Mi pasión es también la psicología, la
neurociencia, la pedagogía, aprender a vivir y a convivir mejor, y compartir
esos conocimientos con los demás.
00:23
Elsa Punset. «Sé compasivo con cada persona con la
que te cruzas, porque todo el mundo libra una dura batalla». La vida diaria no es
siempre fácil, está llena de pequeñas frustraciones, de pequeñas decepciones,
de pequeños dolores y grandes pérdidas. Por eso, una de las cosas a las que doy
muchísima importancia es a lo que más dispara la capacidad de superar
obstáculos de las personas, que es el afecto de los demás. Me acordaba, cuando
venía hacia aquí, de una de las estrategias que utiliza alguien a quien admiro
mucho, que es Benjamin Zander (Bényamin Zánder), que es uno de los grandes
directores de orquesta que tenemos pero, sobre todo, gran docente. Él utiliza
el poder de las expectativas, es decir, la mirada de los demás. También es una
forma de afecto, cómo miramos a los demás, eso también dispara la capacidad de
superar obstáculos. Y él lo que hace es que el primer día de clase reúne a sus
alumnos y les dice: «Os pongo un diez a todos, todos tenéis un diez. Ahora os
vais ir a casa y, en casa, vais a escribir una carta y, en esa carta, vais a
decir qué clase de persona sois cuando sois realmente sobresalientes, cuando os
merecéis este diez. ¿Cómo sois? Describíos y decidme qué vais a hacer el resto
del año para ser esa persona». La mirada que tenemos sobre los demás da alas a
los demás. No es magia, es inteligencia emocional.
02:01
Ana. Hola, Elsa. Soy Ana, soy profesora de secundaria y quería
preguntarte cómo ves tú la educación y qué crees que podemos hacer para
mejorarla.
Educación significa “conducir o guiar”: llevamos siglos guiando y
transmitiendo nuestro conocimiento
Elsa. Educación… ¿Qué puedo decirte? A lo mejor, volver a lo que
significa la palabra. La palabra es básicamente «conducir o guiar», esa es la
raíz de la palabra, y los humanos llevamos siglos conduciendo y guiando a las
generaciones que vienen, porque tenemos que transmitir nuestro conocimiento. Y
esto se podría hacer de forma muy informal, en casa, en la familia, la vida
misma que va guiando, educando, o se puede hacer y se ha hecho durante mucho
tiempo, para las élites, lugares específicos. Y el gran cambio, digamos, en el
siglo pasado, es que, de repente queremos profesionalizar la educación y
creamos nuestras escuelas, y nuestros hijos empiezan a pasar años y años en
esas escuelas, y ¿qué les enseñamos en esas escuelas? Básicamente, son escuelas
que quieren enseñar habilidades para el mundo, que casi ya no existe, el de la
sociedad industrial, donde determinabas habilidades que eran muy importantes.
Era muy importante, por ejemplo, ser puntual, tener hábitos regulares, obedecer
las jerarquías, ser, básicamente, predecible. ¿Qué pasa? Que, probablemente
ahora, en los últimos veinte años, con la revolución tecnológica, entramos en
una sociedad que tiene muy poco que ver con esa sociedad. Probablemente, es una
de las lacras de nuestro sistema, intentar seguir formando, educando, guiando
niños para ser predecibles. Lo que sí es cierto, es que la educación es el gran
nivelador social, la casi única herramienta que tenemos para intentar ofrecer a
todo el mundo las mismas oportunidades. ¿Qué necesitamos en vez de estos niños
predecibles, puntuales, obedientes? Es que nunca hemos vivido cambios tan
rápidos, es… Y son cambios que están generando muchos retos, ingeniería
financiera, tribalismo social, etcétera, etcétera… Mucha incertidumbre, el
cerebro humano odia la incertidumbre, y, ahora mismo, hay mucho estrés, hay
mucha preocupación. Estamos enseñando a nuestros niños en un sistema que no les
está dando trabajo al final de todos los años que pasan ahí. Esto es un
gravísimo problema, que la mitad de nuestros niños que pasan por las escuelas
no encuentran trabajo. Son niños que tienen más medios, más acceso al
conocimiento que nunca, es un privilegio nacer en esta generación. Se está
disparando nuestra capacidad creativa, así que necesitamos niños muy creativos.
Niños que viven en sociedades tan diversas, tienen tantas posibilidades de
viajar, de conocer, de colaborar, necesitan habilidades colaborativas,
necesitan ser muy… ver la diversidad como una riqueza. Estamos llenos de
identidades diversas: género, nacemos en un sitio, vivimos en otro, amamos un
tercer sitio, somos madre, padres, hijos, hermanos, nos encanta la naturaleza,
lo que sea. Todo eso es un conjunto de identidades que nos hacen ricos, y estas
nuevas generaciones tienen que aprender a disfrutarlas. Luego, estas
generaciones tienen otra habilidad muy importante que aprender y es pensamiento
crítico. Precisamente, os decía antes, nunca hemos tenido acceso a tanta
información. Pues, necesitamos saber evaluar esa información, contrastarla,
validarla, compararla, entenderla, aplicarla a nuestra vida. Y también algo muy
importante, nunca hemos tenido tanta capacidad para hacer mucho bien o mucho
mal, nunca, los humanos. Y, por tanto, tenemos que enseñar a nuestros niños a
tomar decisiones responsables, a entenderse. Es más importante que nunca que se
entiendan y que entiendan cómo relacionarse con los demás y que sigan luchando
por algo que llevamos siglos haciendo los humanos, que es ampliar los círculos
de empatía, ayudar a los demás, mejorar este mundo cada día un poco más, poco a
poco. Así que, para mí, eso es educación, Ana
Las emociones tienen un
impacto brutal sobre la inteligencia de los niños
07:07
Álvaro. Mi pregunta está relacionada con el
avance científico en estos temas de formación que, en principio, parece que van
a aumentar nuestras capacidades de aprendizaje. Entonces ¿cómo nos formaremos
en un futuro?
Elsa Punset. La aportación de la tecnología en la
educación va a ayudar a hacer la educación más eficaz y más personalizada a un
coste mucho más bajo. Yo creo que estamos a punto. Estamos hablando de que, en
los próximos diez años, las aulas se habrán transformado. Nos puede ayudar,
primero, a entender mejor al niño, y hay un neurocientífico que a mí me
encanta, que es Richard Davidson (Ríchar Deividson), que dice que dentro de unos
años… Esto el pobre lo lleva diciendo unos años porque es muy visionario, pero
tiene razón, ya cada vez queda menos, pues habrá un scanner en la clase, y los
niños podrán hacer una prueba para ver cómo está el cerebro, para ver qué
áreas, qué circuitos podemos ayudarles a consolidar, qué traumas pueden tener,
qué problemas. Y eso es una forma. Luego, algo que ya existe, programas
informáticos que van a ayudar a descargar al profesor de tener que adivinar
cómo está aprendiendo el niño. Es decir, programas que le van a decir dónde se
traba el niño, y en asignaturas, por ejemplo, no sé cuántos de vosotros tenéis
problemas con niños con matemáticas, pero es un problema para muchos padres. Y,
a veces, te sientes tan impotente, porque dices: «¿Cómo puedo ayudarle? ¿Por
qué no le sale? ¿Por qué no lo entiende? ¿Por qué ha suspendido?». Sobre todo,
si, como pasa a veces, te viene el niño todo contento y te dice: «Me ha salido
muy bien el examen», y no le ha salido bien. Nadie parece capaz de decirte
dónde, pues esto, con las apps que ya existen, tu puedes, realmente, saber
dónde se trabó un niño, puedes dejar que aprenda a su ritmo, puedes generarle
ejercicios que le permitan aprender a su ritmo. Nos ayuda también a saber
cuáles son las ventanas de conocimiento, las épocas en las que los niños están
más preparados, las horas del día, cómo tienen que aprender, cómo pueden
consolidar aprendizaje. Todo esto va a empezar a ser como la higiene física.
Nos falta todavía mucho camino por recorrer, y la tecnología nos va a ayudar a
entender ese mapa, cómo transitarlo mejor.
09:30
Sonsoles. Hola, Elsa. Soy Sonsoles. Trabajo en
la dirección de un colegio. Yo creo que somos muy conscientes, gracias a Dios y
a los docentes, de la importancia de la emoción en el aprendizaje. Pero me
gustaría preguntarte cuál es el nivel de importancia, frente a otros factores,
que tú le das. ¿Cómo explicar cuán importantes son?
Elsa Punset. Yo, cuando era pequeña, la pregunta a
un niño de si eres feliz, no era importante, no era importante, no se hacía. Y
menciono esto para que tengamos claro, de nuevo, la suerte que tienen nuestros
hijos del momento en el que han nacido, porque ahora les preguntamos si son
felices. Y les preguntamos si son felices porque entendemos que la felicidad no
es un lujo biológico, no es una frivolidad y no es un egoísmo, que son varias
formas de verla que hemos arrastrado históricamente. Tenemos un cerebro donde
la razón y la emoción no están enfrentadas, sino que funcionan a la vez. Es
más, como nos dice Antonio Damasio, uno de los padres de la neurociencia, en la
base de cada pensamiento racional, y, por lo tanto, de cada comportamiento, hay
una emoción, y por eso pensamos que es tan importante educar las emociones en
los niños, porque es educar una parte… es educar su cerebro entero. Hemos
descubierto que resulta que nuestras emociones son entrenables, como un
músculo. Y estamos hablando de que en las escuelas no solo podemos aprender
lengua y matemáticas, que son realmente las habilidades a las que se les ha
dado importancia hasta ahora. Sino que podemos enseñar a los niños autocontrol,
optimismo, alegría, serenidad… y que estas emociones tienen un impacto brutal
sobre su inteligencia, porque un niño estresado, un niño triste aprende mucho
peor que un niño que está emocionalmente en paz; sobre su salud física, las
emociones dejan una huella en el cuerpo, esto es también importantísimo. Bueno,
de hecho, las emociones dejan una huella sobre todo en nuestra longevidad,
nuestra memoria, nuestra capacidad de aprendizaje, todo. Con lo cual,
efectivamente, como bien dices, las escuelas empiezan a darles la importancia
que tienen. Hay un problema y es que todo el sistema no está pensado, con sus
exámenes que te obligan a enseñar determinadas materias de una determinada
manera, no están pensados para hacer sitio, y nos cuesta mucho, en las
escuelas, encontrar el lugar, la forma lo más transversal posible de incorporar
al niño entero, de darle la bienvenida al cerebro entero del niño, al ser
entero, y no solo a sus habilidades, a determinadas habilidades que interesan a
esta sociedad. Somos conscientes de ello, hay un gran trabajo que hacer en
formación de profesorado para facilitar eso. Pero estamos ahí, yo creo que en
ese sentido podemos ser muy optimistas. Yo, a veces, enseño el vídeo, en alguna
de mis conferencias, de unos niños a los que están… midiendo la capacidad de
autocontrol. No sé si lo habéis visto, es el vídeo del marshmellow (marsmélou),
es… es un buen vídeo, y en el vídeo, hay una niña… La idea es que les pones un
caramelo a los niños y los dejas cinco minutos solos y te vas. Y les dices: «Si
no te lo comes, en un rato vuelvo y te doy el doble, y si te lo comes no te doy
otro», y esto mide la capacidad de autocontrol, de resistir la tentación del
placer inmediato para una cosa a medio-largo plazo. Bueno, pues es muy
divertido ver como los niños, cada uno, reacciona de una manera, cada uno que
estamos en esta sala reaccionaríamos de una manera. Y hay niños, naturalmente,
con mucha capacidad de autocontrol, y es impresionante ver como luchan contra
la tentación de comerse el dichoso caramelo. Y, luego, hay, en mi vídeo por lo
menos, hay una niña que es monísima, pero que es que le están… vuelve a entrar
la monitora para decirle: «Pero no te lo comas, que te voy a dar el doble si te
esperas», y no hay manera, se lo está comiendo ya, es que ni la escucha. Y yo
siempre pienso, esta niña, en los años 60 cuando se empezaron… en el siglo
pasado, cuando se empezaron a hacer esos experimentos, a los padres,
probablemente, les hubieran dicho: «Tu hija tiene muy poca capacidad de
autocontrol, muy poca», y como el autocontrol es el indicador más importante de
cuánto éxito va a tener una persona a lo largo de su vida, para todo, para
mantener una dieta, pasar un examen, mantener un trabajo, lo que fuera… el
autocontrol es calve. Pues fíjate qué… qué condena que te digan: «Tu hija tiene
bajo autocontrol», cuando pensamos que las emociones no se entrenaban… mala
suerte. Y ahora, ¿qué se hace?, se dice: «Tu hija tiene necesidad de trabajar
más su músculo del autocontrol, y eso lo podemos hacer en la escuela, y lo
puedes hacer en casa, y nos combinamos para ayudarla». Y eso es… es
maravilloso.
14:30
Mónica. Hola, mi nombre es Mónica, soy maestra
de primaria y mamá, además, soy madre de una niña. Mi pregunta es: ¿nos podrías
explicar por qué es tan importante un abrazo?
Elisabeth Kübler-Ross decía «Tenemos que enseñar a nuestros hijos
a elegir cada día entre el amor -como curiosidad, apertura, creatividad- y el
miedo»
Elsa Punset. Es importante un abrazo o cualquier
forma de transmitir afecto. Para mí, la idea de que el amor que nos expresan no
sirve de nada… es útil. Somos seres eminentemente sociables. Los humanos somos…
si nos miráis a todos, relativamente frágiles, no tenemos grandes fauces o
pelajes, no corremos mucho, no saltamos mucho. ¿Cuál es nuestra fuerza? Nuestra
fuerza es la unión, y eso nos juega malas pasadas, porque, básicamente, tenemos
un cerebro que, por ejemplo, cuando… tiene tantas ganas de pertenecer al resto
del grupo, que cuando piensas algo diferente al resto del grupo, se encienden
los mismos circuitos que se encienden en tu cerebro que cuando sabes seguro que
te estás equivocando. Es decir, nuestra tendencia natural es a creer lo que
cree todo el mundo, a hacer lo que hace todo el mundo, a vestirse como se viste
todo el mundo. Entonces, esto es una parte del cerebro que hay que entender,
que, a vece, las emociones se contagian como un virus, somos la media de las
personas que nos rodean, nos cuesta mucho ser más creativos, más inteligentes o
más compasivos, optimistas que la gente que nos rodea. Es decir, tiene esa
carga el ser tan gregario, y también tiene esa esclavitud, que necesitamos que
nos quieran y necesitamos querer a los demás. Yo antes os hablaba del… del
poder de las expectativas de Benjamin Zander (Bényamin Zánder), de cómo la
mirada del otro te puede hacer creer en ti, y de lo fácil que puede ser una
palabra amable, un… un gesto amable. Y, sin embargo, a veces, somos un poquito
reticentes, porque, claro, nos da miedo hacernos vulnerables, nos da miedo ser
los primeros que sonreímos a un extraño en la calle, ¿y si no nos sonríe?, qué
forma de hacer el ridículo, ¿no? Somos así, nos protegemos, es un cerebro muy
ambivalente, muy dual. Y Elisabeth Kübler-Ross (Elísabeth Cúbler Rós) decía
algo que a mí me encantaba, ella decía: «Tenemos que enseñar a nuestros hijos a
elegir cada día entre el amor y el miedo», son los dos grandes polos
emocionales, amor y miedo. Amor en su sentido más amplio, creatividad, apertura,
curiosidad, risa, amor tal y como lo entendemos, romántico, con nuestros hijos,
afecto… todo eso es amor. O miedo, que es la protección. Y, básicamente, el
abrazo es, simplemente, un ritual emocional necesario, sano… Necesitamos
mirarnos a los ojos, necesitamos tocarnos, necesitamos abrazarnos… Nada me hace
más ilusión que cuando me siguen parando en cualquier lado… y puede ser en la
frutería, cargada con los plátanos… y viene una señora y me dice: «Dame un
abrazo de seis segundos, Elsa». Nada me hace más ilusión, porque esto, además,
me pasa desde… en El Hormiguero hicimos un programa que fue muy bonito sobre la
importancia del abrazo, y yo recomendaba que los abrazos tienen que durar seis
segundos porque somos seres químicos y eléctricos y necesitamos un tiempo para
sentir al otro y despertar eso. Y me encanta cuando me empezó a escribir la
gente, me decía: «Todos los días, ahora, cuando mi hijo se va al trabajo…», al
trabajo, pobrecito, «…cuando mi hijo se va al colegio, le doy un abrazo de seis
segundos», y da igual que sea un abrazo de seis segundos que un beso de
mariposa, que una nota que dejas a alguien… es mostrar ese afecto que da alas a
las personas, eso es lo que cuenta.
18:38
Loli. Hola, Elsa. Soy Loli, trabajo como orientadora en un colegio.
Mi pregunta va sobre la búsqueda del talento. Se habla mucho de buscar el
talento natural, pero me surge una duda sobre esto: ¿La creatividad es algo
innato o adquirido?
Elsa Punset. Básicamente, si eres humano, estás
dotado para la creatividad, todos los que estamos aquí, pero ¿qué pasa? Que la
creatividad, de nuevo, es un músculo que entrenas o no entrenas. Es decir, los
niños, cuando nacen, nacen con una enorme capacidad para la creatividad, para
la curiosidad, para abrirse al mundo. Son Kamikazes en este sentido. A medida
que van creciendo, su cerebro desarrolla una corteza cerebral que les permite
prever, mirar hacia delante y mirar hacia atrás, en negativo. Es decir, es un
cerebro programado para sobrevivir con sesgo negativo. Entonces, ¿qué van haciendo?
Se van protegiendo, van viendo más peligros. Y, claro que todos nacemos con una
cantidad ingente de talento, de creatividad para distintas cosas, todos no
tenemos los mismos talentos. Hay gente que se le dan mejor unas cosas, y otros
otras, y es muy importante… saber en qué eres bueno, también, conocerte, saber
en qué eres específicamente… tocar el piano, decorar… no sé, plantar un huerto…
¿qué haces bien?, escribir sinfonías… ¿qué haces bien? Y, luego, eso exige una
enorme cantidad de trabajo, como decía, yo creo que era Doris Lessing , es
decir, el talento está ahí, encuéntralo. Pero hay que trabajarlo, y eso cuesta
trabajo. Ken Robinson , que, como sabes, es uno de los grandes gurús de
creatividad y un hombre realmente interesante, él cuenta el experimento que
hicieron, no sé si lo conocéis, una cosa que es la piedra de toque de la
creatividad, que es el pensamiento divergente. Básicamente, va de esto: el
pensamiento divergente es la capacidad que tenemos todos de saber cuántas cosas
voy a hacer con algo, por ejemplo, si os enseño un clip y os digo: «¿Cuántas
cosas podéis hacer con este clip?», pues la media… la media de adultos va a
hacer unas quince cosas con mi clip, quince. Si tú haces esta pregunta a niños
en una escuela de infantil, la media de niños te va a dar doscientas respuestas
a lo que va a hacer con el clip, son lo que se considera genios en pensamiento
divergente. El noventa y ocho por ciento de los niños, hasta los cinco o seis
años, son genios en pensamiento divergente. Vale, este estudio del que habla
Ken Robinson (Ken Róbinson) es longitudinal. Entonces, vuelven a la escuela
cinco años más tarde y vuelve a hacerla la pregunta a los niños, vuelven a
hacerles el test de pensamiento divergente a los niños.
¿Cuántos niños a los
diez años son genios en pensamiento divergente? La mitad. Cinco años más tarde,
cuando el niño ya tiene un cerebro más… más entrenado, digamos, le vuelven a
hacer la pregunta a los niños, y aquello sigue bajando. Es decir, perdemos
capacidad para la creatividad. Tenemos que lograr… que nuestras instituciones
sepan mantener esa creatividad viva, y que las personas no pierdan la fe en su
propia creatividad. Esto de que salimos muy a menudo de las escuelas pensando:
«Ay, yo no sé hacer esto», es como que todo es negativo en esa parte, «No sé
hacer esto», «No soy bueno para esto», «No valgo para lo otro». Bueno, pues
deberíamos salir también teniendo muy clara la cantidad de cosas en las que
somos buenos. Si eres humano estás dotado para la creatividad.
22:46
Alicia. Alguna vez te he escuchado hablar de
Walt Disney, me gustaría saber, dentro del proceso creativo de Walt Disney,
¿qué podríamos aprender de ese proceso creativo para aplicarlo al día a día?
Elsa Punset. Yo creo que cuando me has oído hablar
de Walt Disney, igual me has oído hablar del proceso que, desde un principio,
digamos, que se ha popularizado mucho, y que es un principio muy interesante.
Es la idea de que cuando creamos, de alguna forma, el cerebro para por
distintas fases y que lo que te rodea te tiene que acompañar, y, de nuevo, es
este cerebro humano tan complejo y, a veces, contradictorio. Entonces, ¿qué
pasa cuando se nos ocurre alguna idea? Generalmente decimos: «Qué buena idea»,
pero inmediatamente, como una especie de cuervo negro, te sale algo que te
dice: «Qué tontería, qué tontería, ¿cómo vas a hacer esto?», y lo matas, y esto
suele ser muy corriente.
Entonces, Walt Disney era consciente de esto, y él
desarrolló como un sistema de tres pasos. Si me acuerdo bien, el primero era el
soñador. Tú, cuando estás siendo creativo, tienes que dejar que el soñador
salga, y lo dejas soñar y no te fijas en limitaciones, sueñas, sueñas con eso
que estás viendo: «Si pudiese hacer esto… ¿Cómo sería?», y lo desarrollas. Y,
luego, él dice: «Solo cuando ya has soñado, viene el realista». Viene el
realista que te dice: «A lo mejor tengo estas limitaciones y dé que forma
podría encontrar la manera de no hundir el sueño a pesar de las limitaciones»,
eso es el realismo. Y, luego, solo cuando el realista le ha dado un poco de
forma a tu sueño, es cuando entra el crítico. El cuervo negro ya puede entrar,
y entonces, te busca todas las pegas, y esto es… él decía: «Un soñador sin un
realista y sin un crítico es solo un soñador. Pero, primero al soñador le
tienes que dar…». Entonces, él hacía algo que podemos hacer en casa, que
podemos hacer en los coles, que es el rincón de soñar. Es un rincón donde el
niño va y tiene todo lo que quiere para crear algo sin limitaciones, sin
crítica, sin autocrítica. Somos, a veces, nuestros peores enemigos en esto, no
creemos en nosotros mismos. Aparece la voz de esa persona que un día te dijo:
«Tú no vales para eso». Tienes que dejar todo esto atrás, así que ahí Walt
Disney yo creo que nos dio… nos recordó la importancia, y neurológicamente es
así. Somos muy creativos cuando acabamos de despertar, cuando estamos como
entre dos mundos, el mundo de la ensoñación… Es muy importante tener una
libreta. Yo cuando escribo libros siempre tengo una libreta, vuelvo loca a mi
compañero. Debo decir que debo ser insoportable los meses que estoy en proceso
de escritura, porque me despierto en medio de la noche y… escribo de cualquier
manera lo que tengo en ese momento. Es darle espacio a esa parte de la mente
inconsciente… que está como en contacto con algo que el diario, las
limitaciones diarias no te permiten disfrutar. Hay una estrategia muy bonita
que es de Ken Robinson (Ken Róbinson), y yo no sé cuántos la conocéis, porque
es una de sus estrategias principales. Él habla mucho de ella, es el tablero de
los sueños. Y me parece muy sencilla y muy bonita, y sirve para muchas cosas,
porque, a ver, creatividad es todo, es lo que haces pero también es contigo
mismo. Es ver las cosas con otros ojos, de repente, hacerte preguntas como si
fueses otra persona, es mirar algo diferente, es… Así que, ¿qué recomienda él?
Pues que tomemos un tablero y, en ese tablero, recortamos imágenes de viejas
revistas, de Internet… imágenes que te atraigan. Y tienes tu pila de imágenes,
y tú, durante un tiempo, pero días o semanas, no le puedes meter prisa a la
creatividad. Todos los días un rato, pegas imágenes de lo que quisieras que
fuese tu vida futura o tu proyecto futuro, el campo en el que quisieras abrirte
y ser más creativo, ese campo. Puede ser tu pareja, o puede ser cómo quieres
que sea tu casa, puede ser cualquier cosa, tienes tu tablero. Es muy importante
que sean imágenes que no sean de tu pasado, porque lo que estás creando es
futuro. Tiene que llegar un momento en el que tú estás a gusto con eso, estás
sacando a flote esos colores, esas palabras, esos lugares a los que, de alguna
forma, no estás dejando espacio en tu vida.
Los tres pasos del proceso
creativo según Walt Disney son el “soñador”, el “realista” y el “crítico”
28:19
Paula. A veces comentas que todos tenemos superpoderes, y, entonces,
quería que nos dijeras en qué consiste esto.
Elsa Punset. Nos educan para conformarnos, nos
educan… Son duras las limitaciones de la vida. ¿Cuántos de vosotros no habéis
tenido sueños, expectativas, y luego viene la vida y es como… todo es más duro
de lo que imaginabas? Las cosas buenas duran menos de lo que creías. Todo es
una constante lucha, y, a veces, esto nos desgasta y nos cansa. Todos en esta
sala somos únicos, únicos, pagamos un precio altísimo por ello, y es que somos
mortales. Y, cuando nacemos, nacemos con nuestras emociones básicas y
universales, que son las mismas para todos, que nos permiten comunicarnos los
unos con los otros, pero nacemos, también, con algunas fortalezas, un
temperamento, y vamos desarrollando una personalidad que es nuestro, y nuestras
fortalezas no tienen por qué ser las de nuestro vecino o nuestra pareja o
nuestros hijos… Somos especiales, tenemos que conocer esas fortalezas.
¿Cuántos
de vosotros, en las escuelas, os han ayudado a conocer vuestras fortalezas de
forma consciente? Probablemente a ninguno, ahí tenemos un pequeño espectador
que, a lo mejor, él tiene la suerte, pero en general, no nos han hablado de
esto, y, si no lo aprendes en la escuela y no lo aprendes en tu casa, ¿dónde
aprendes a conocerte? ¿Dónde aprendes si eres una persona que eres, no sé,
bueno en ser leal, puntual, trabajador, valiente, justo, generoso…? ¿Qué
tienes? Esos son nuestros superpoderes. Martin Seligman abogó durante años y ha
hecho mucho bien en este sentido, para que cuidemos de las fortalezas de las
personas. Que no solo una persona se ocupe de su vida mental y emocional cuando
está mal, cuando no sabe cómo seguir adelante, sino que aprenda a fortalecer lo
mejor que tiene en sí, lo que le permite salir. Y él, básicamente, lo que dice
es que todos deberíamos pensar en cuál fue ese día en nuestra vida o ese
momento en nuestra vida en el que sentimos que estuvimos bien, aquí realmente
reaccioné bien, saqué como algo especial, supe ayudar o supe resolver o supe… Y
él dice: «Eso, ese momento, analízalo y mira a ver qué fortalezas sacaste a
flote, cuáles eran tus superpoderes, y esfuérzate por aplicar esos superpoderes
en tu vida de forma… lo más cotidiana posible.
No vivas de espaldas a tus
fortalezas», él siempre nos recuerda que una persona optimista y una persona
que se conoce y que conoce sus fortalezas no es una persona que va a sufrir
menos que otra persona, la diferencia es que el optimista sabe que tiene dentro
de sí recursos para superar los problemas. Es capaz de mirar al futuro con
esperanza, con optimismo.
31:59
Dori. Hola, buenas tardes. Yo soy Dori. Yo, como madre, me pregunto
y me cuestiono dónde acabarán mis hijos trabajando. ¿Por qué la gran mayoría de
la gente no trabaja en lo que le gusta?
Elsa Punset. Hay que recordar que vivimos en un
mundo donde nunca se ha hablado tanto de justicia, de la necesidad de lograr
sociedades más igualitarias, uno de los grandes problemas que tenemos ahora,
¿no? Estamos viviendo en una sociedad donde nunca se ha hablado tanto de
empatía, donde nunca se ha hecho tal esfuerzo por ponernos en la piel de los
demás. Hay menos violencia de la que ha habido nunca, a pesar de todo lo que
queda por resolver. Yo creo que hay mucho que nos da pie a la esperanza, pero
todavía hay determinadas prioridades que no estamos atendiendo. Y veníamos… lo
decíamos antes, venimos de un mundo en el que lo importante era la
supervivencia física. Hace muy poco tiempo, llegar a cumplir cincuenta años era
algo para celebrar. Básicamente, te daba tiempo a trabajar, a ayudar a una
fábrica social frágil, a criar a tus hijos, sobrevivir y ya está, y no había
tanto tiempo para pensar en qué puedo aportar, qué me hace feliz, dónde está mi
creatividad… Entonces, claro, las instituciones que hemos creado a lo largo de
estos siglos, pues se cuidan más de nuestra supervivencia física. Desde la
Segunda Guerra Mundial, han subido enormemente nuestros niveles de confort,
acceso a educación, acceso a sanidad, etcétera, etcétera, y no sube la
felicidad de las personas. Las personas no se sienten más felices, están más
cómodas, pero no se sienten más felices. Yo creo que estamos en un mundo en el
que nos estamos planteando muchas cosas. El crecimiento siempre tiene que ser
dependiente de generar riqueza, pero ¿qué tipo de riqueza? ¿A qué damos
prioridad? Yo siempre menciono un pequeño país que me parece muy interesante
que es Bután, no sé cuántos habéis oído hablar de Bután, y Bután es un pequeño
país en los Himalayas de budistas. Entonces, ellos han querido… han creado
medidas que no son solamente financieras para medir la comodidad de las
personas, la necesidad de poner en marcha determinados proyectos. Tienen
cuenta, por ejemplo, si la gente tiene tiempo para aficiones, si la gente tiene
tiempo para estar con sus familias, si el medio ambiente sufre o no sufre. Yo
creo que son, realmente, visionarios en esto. Se está estudiando mucho en
Europa cómo se puede incorporar esa forma de medir, de sentir del mundo y de
educar con medidas que no son solamente cuanto dinero gano y cuanta comodidad
acumulo. Con lo cual, yo creo que estamos mejorando, pero que todavía tenemos
instituciones centradas en la supervivencia física y que no están atendiendo
nuestras necesidades, todavía, mentales y emocionales, sociales.
35:35
Isabel. Yo te quería hacer una pregunta sobre
las emociones. Cada vez es que hay más libros de autoayuda, más libros que te
dan las claves para encontrar la felicidad. Entonces, todos somos conscientes
de que todos buscamos esa felicidad y la queremos para nuestros niños, en las
escuelas, en las familias. Pero, ¿no estamos valorando demasiado esa búsqueda
de la felicidad, y eso nos está haciendo cada vez menos tolerantes ante la
frustración, el fracaso…?
El 98% de los niños, hasta los cinco o seis años, son genios en el
pensamiento divergente, con los años perdemos creatividad
Elsa Punset. Leía, yo creo que fue la semana
pasada, un estudio que me llamó la atención porque decía que los jóvenes de
veinte a treinta años son cada vez mas felices. Pero que, a partir de los
treinta años, la gente es cada vez más infeliz. La idea aquí era que como hemos
simplificado tanto el concepto de felicidad, y felicidad es igual a placer, lo
que pasa es que los jóvenes tienes más oportunidades que nunca de obtener este
tipo de placer, más libertad y más acceso a la comida, al sexo, a la fama, a
todo… tenemos que entender el cerebro tenemos los humanos, es un cerebro que
funciona en base a circuitos de recompensa. ¿La naturaleza qué quería? Quería
que cuando algo me sienta bien, te ayuda a sobrevivir, te de un subidón, por
ejemplo, de dopamina y te sientas bien, te inunda la dopamina, «me siento muy
bien», y entonces, quieres repetir esa conducta. Llevamos unas décadas viviendo
en una sociedad que genera… es adictivo esto, porque lo malo de la dopamina es
que sube y luego baja, y necesitas volver a hacerlo para que vuelva a subir y
vuelva a bajar y vuelva a subir… no acabas nunca. Eso es, un poco, la
frustración que tenemos. No sé si os habéis preguntado alguna vez porque os
gusta tanto, seguro que os gusta a la mayoría, el azúcar y la grasa. Es que da
una rabia… Y es este cerebro programado para sobrevivir que, claro, hace mucho
tiempo, encontrarte un poco de azúcar o un poco de grasa te daba un subidón de
dopamina, y lo tomabas, porque te podía ayudar a sobrevivir. Hoy en día es un
desastre, es una sociedad en donde hay tanto azúcar y grasa, y donde toda la
industria alimentaria se dedica a intentar jugar con tu cerebro activo, y
convencerte de comer cada vez más azúcar y cada vez más grasa, es una
catástrofe. Es donde yo digo que es tan importante conocerse, entender nuestro
cerebro y aprender a gestionarlo, y que las industrias dejen de jugar con
nuestro cerebro y nos apoyen en la difícil labor de educarlo y de gestionarlo.
De nuevo, Seligman nos da una clave que es bonita. Él nos dice que hay tres
tipos de vida y, igual hay muchos más, pero para simplificar yo creo que ayuda
a entenderlo. Está la vida placentera, que es esta vida en la que buscas el
placer rápido y, por cierto, los ordenadores, cuando te llega un mensaje, todo
esto son subidas de dopamina, es la razón por la cual es tan adictivo mirar tu
teléfono móvil todo el rato. Entonces, una posible fuente de felicidad es que
busco el placer todo el rato, todo el rato, todo el rato. Pero esto tiene un
efecto frustrante al final. Esto, llega un momento, en que necesitas más y más
y más y te falta algo. Y, luego, él dice, que está el segundo nivel, digamos,
de felicidad que es a lo que él llama «la buena vida», y la buena vida es una
vida en la que tú conoces, antes hablábamos de fortaleza, de superpoderes… la
que tú conoces tus fortalezas y las estás aplicando en tu vida diaria, es
decir, disfrutas de tu trabajo porque ahí aplicas tus fortalezas, en tu casa
también, en tu vida. Lo mejor que tienes, lo más creativo, lo más resiliente,
eso lo tienes muchas oportunidades de ponerlo en marcha, de usarlo. Y, luego,
hay una tercera, hay un tercer nivel, y no son incompatibles. Puedes tener los
tres, que yo creo que es lo ideal, jugar con los tres. Pero hay un tercer nivel
que es lo que él llama «la vida valiosa», y eso es cuando tus fortalezas no
solo las utilizas para ti mismo, las utilizas para los demás, y ¿ahí qué estás
haciendo? Estás alimentando la necesidad que tenemos de pertenecer a un grupo
humano y de ayudar, de dejarnos ayudar y de ayudar, de formar parte de una gran
familia que es lo que somos tos los humanos. Así que, yo diría que es una… una
forma útil de pensar: «Bueno, a ver, a lo mejor ya tengo esa parte de felicidad
bastante copada, ¿qué hago con las otras dos?».
41:35
Alicia. Hay dos conceptos que he leído en tus
libros que no sé si me voy a atrever a pronunciarlo o voy a saber
pronunciarlos, y quería aprovechar que estás aquí para que nos los explicaras.
Uno es «xi» o «ji», no sé cómo se pronuncia porque es una equis, y el otro es
«wu-wei» (vú vei).
Elsa Punset. Sí, sí, sí. Me estás hablando de los
antiguos filósofos chinos. Poder hablar de tantas estrategias diferentes,
tantas formas diferentes de consolidar tu salud emocional y mental es un lujo
extraordinario. Es una pena que la palabra «autoayuda», que significa que eres
capaz de ayudarte a ti mismo, tenga tan mala prensa. Tiene mala prensa porque
todavía estamos en el mindset (maindset), digamos, antiguo de que lo único que
cuenta es el cuerpo, y lo demás son tonterías. En mi último libro, Felices,
arranco con los antiguos filósofos griegos y chinos, ¿por qué? Porque son los
padres de la autoayuda, y ¿qué significa? Que eran la filosofía de lo cotidiano,
y está llena de ideas muy hermosas su filosofía, y hace miles, tres mil, cuatro
mil años, que ellos hablaban, sin tener los conocimientos que tenemos nosotros
del cerebro, y, sin embargo, qué impresionante cómo acertaban. El wu-wei, que
es la capacidad… lo que ahora llamamos «el fluir», que es esa capacidad de
disfrutar, de perder la noción del tiempo y de disfrutar una vez que tienes ya
la técnica, es decir, decíamos antes que hay que trabajar mucho cuando no
tienes un talento… tocar la guitarra y olvidarte del mundo, o estar escribiendo
o cocinando y estás metido ahí, o jugando con tu hijo, puedes fluir ahí, y esto
era el wu-wei para ellos. El xi, ellos insistían hace cuatro mil años, en que
las emociones y la razón están integradas, ¿os suena? Hemos vivido cuatro mil
años de espaldas a esto, gracias, en parte, en los últimos siglos a Descartes.
Pero los chinos, los antiguos chinos ya hablaban de ello. Los antiguos griegos
ya sabían que el cerebro se habitúa al placer, esto que los psicólogos llaman
la «habituación hedonística», ya sabían que dejas de disfrutar de las cosas
pequeñas que tienes a diario, dejas de verlas. Tienes un cerebro programado
para sobrevivir que es como teflón para lo positivo y velcro para lo negativo,
y se olvida de disfrutar de las cosas pequeñas que tenemos. Entonces, ¿qué
hacían ellos, los estoicos? Hacían algo muy divertido, de vez en cuando,
dejaban de dormir en sus camas, dormían en el suelo, comían, los más
exagerados, iban a las basuras a comer, pasaban frío, y hacían eso durante unos
días, y cuando volvían a su vida, de repente habían como reacostumbrado al
cerebro a fijarse en cuantas comodidades les rodeaban. Yo siempre digo: «¿Por
qué no…? Lo podemos hacer cualquiera con el café», dejad de tomar café cuatro o
cinco días esta semana, hacedlo, veréis lo flipante que va a ser el café dentro
de cinco días. De repente, qué suerte, y esto es una de las… digamos, de las
cosas importantes que podemos hacer para volver a sacarle el polvo a nuestra
capacidad de ser feliz, el saborear la vida de nuevo, el pararnos de nuevo a
disfrutarla.
44:15
Olga. Hola, Elsa. Soy Olga, mamá de tres niños y me preocupa y ocupa
mucho cómo puedan gestionar y expresar sus emociones, ¿cómo podemos ayudarles?
Elsa Punset. Ay, Olga. Podemos ayudarles de mil
maneras diferentes. Una de mis grandes fuentes de inspiración y de fortaleza y
de creatividad han sido mis hijos, ha sido ser madre. Es que quieres que ellos
no sufran como tú, quieres que no tropiecen una y otra vez en la misma piedra,
quieres que se conozcan, se disfruten, que tengan amigos, que viajen, que… Y,
bueno, lo primero que tienes que aprender cuando eres madre es que los niños
humanos, fíjate que sobre todo los humanos, hay otras especies que menos, pero
los humanos aprenden por imitación, y que no importa lo que les digas, importa
lo que haces, y eso… Entonces, si eres padre o madre, expectativas, ¿cuántos
queremos que nuestros hijos sean los más altos, los más guapos, los más
inteligentes? Qué faena. Yo siempre digo: «Oye, yo creo que hay que querer de
los abuelos», el amor incondicional. Los abuelos ya pasaron todo esto, y la… Yo
tuve un abuelo que me quiso mucho, y siempre le recordaré con mucho amor,
porque me regaló eso, me regaló que me miraba con amor incondicional, no
esperaba nada de mí, más que el que yo disfrutase estando con él. Dejádles ser
lo que son, que tengan los ojos del color que quieran, que se dediquen a la
profesión que quieran, apoyarles en que sean lo mejor de sí, pero no otra cosa
diferente. Y, luego, está, y este es otro de mis maestros, que es John Gottman.
Nos habla de la importancia de las emociones positivas, de la alegría. Si os
fijáis, todos aquí hemos nacido con cinco o seis emociones básicas, por
ejemplo, el miedo, la ira, la tristeza, el asco y la alegría. ¿Os fijáis en un
cierto desequilibrio aquí? Repito, ira, tristeza, miedo, asco y alegría. Muchas
son lo que llamamos emociones negativas, que siempre digo que no son ni
negativas ni positivas, son útiles o perjudiciales, pero hay que aprender a
gestionarlas. La ira puede ser el germen de la justicia social, la tristeza es
necesaria cuando hay una pérdida que asumir, etcétera, etcétera. El miedo no te
cuento, es lo que te permite sobrevivir, pero, claro, en exceso, mal
gestionado, a destiempo y con un cerebro que tiende a generarlas
permanentemente porque se siente un poco agobiado y estresado, pues nos hacen
mucho daño. Entonces, ¿qué nos dice Gottman? Nos dice: «Sed los entrenadores
emocionales de vuestros hijos», y esto vale también para los maestros. Dejadles
expresar todas las emociones que llevan dentro. Muy a menudo, en una casa, unas
emociones son bienvenidas y las otras no, y eso nos pasa a todos, sobre todo,
si estás cansado después de un largo día. No quieres enfrentarte a si el niño
está triste o si está enfadado: «Mira, vete a tu habitación y estate quieto».
Entonces, el mejor favor que podemos hacerles es ayudarles a vivir con todas
las emociones, ser ejemplo de cómo se gestionan, dejadles expresarlas,
ayudadles a poner nombre a esas emociones. El miedo… cualquier emoción es como
una carta de colores, tiene muchas graduaciones, y, pues puede empezar con unos
pequeños nervios hasta un pánico espantoso, enseñarle cómo puede gestionar esas
emociones. Que tenga esta riqueza de vocabulario emocional y luego ayudadle a
encontrar soluciones, pero no imponérselas. Vamos con mucha prisa los padres, y
muy a menudo es: «Yo te lo soluciono, esto es lo que tienes que hacer». No,
ayúdale a encontrar sus propias soluciones, educar es ayudar al niño a que sea
autónomo, cada día más autónomo, eso es educar. Entonces, cada día vas soltando
un poco más, le acompañas, al final, lo que podemos hacer los padres es
acompañar, no forzar. Gottman, para finalizar, hace algo muy… por lo que es muy
famoso. Él toma parejas, es muy especialista en niños también, pero en parejas.
Toma a una pareja, la encierra en una sala y la observa durante quince minutos,
y, al cabo de quince minutos, sin decirles nada, solo los observa, los escucha,
al cabo de quince minutos, sabe con un… no sé si es un noventa y tres o un
noventa y cinco por ciento de probabilidades de acierto quién se va a divorciar
en los próximos cinco años. Eso es muy útil, muy útil. ¿Qué observa? Pues
observa el equilibro entre emociones positivas y negativas que intercambia esa
pareja. Esas parejas maravillosas que todos decimos: «Jo, qué suerte, qué
maravillosa pareja», esas parejas intercambian cinco veces más emociones
positivas que negativas, cinco veces, ahora volvemos a ello. Las parejas
normales que se aguantan amablemente, tres emociones positivas por cada emoción
negativa, por debajo de esto, no hay pareja que lo aguante. Y ¿qué pasa? Que
tenemos, de nuevo, cerebro programado para sobrevivir que tiende a generar muy
fácilmente emociones negativas. Entonces, es un verdadero esfuerzo, es una
verdadera disciplina el asegurarnos de que generamos suficientes emociones
positivas, y Gottman nos da mil ideas para hacerlo. Es, realmente, para mí, una
de las personas que merece la pena leer, y eso, por favor, trasladarlo a vuestra
vida en clase y en casa. Es lo mismo, tenemos que generar entornos donde la
alegría pese más, no que desaparezcan las demás emociones, pero que pese mucho.
Cinco veces más, si puede ser, o al menos, tres veces más. El máximo de alegría
en casa siempre, esto es una escuela de vida que estás dando a tus hijos,
florecerán emocionalmente y físicamente, y tú también te lo pasarás mucho
mejor.
“Sed los entrenadores
emocionales de vuestros hijos
51:30
Marta. Hola, Elsa. Buenas tardes.
Elsa Punset. Buenas tardes.
Marta. Quería preguntarte sobre algo que yo creo que nos sucede a
todos habitualmente. El hecho de que cuando nos vamos a dormir, en muchas
ocasiones, nos vamos a la cama con todas las preocupaciones del día y esto hace
que seamos incapaces de descansar. No sé si nos podrías dar algún truco, algún
consejo para bloquear todos estos pensamientos negativos.
Elsa Punset. Es muy difícil luchar contra esto, muy
difícil. Yo me lo reprocho a mí misma, y mira que paso todo el día trabajando
en estos temas, y me lo reprocho a veces. ¿Por qué te fijas en ese tweet (tuit)
tan desagradable cuando ha habido tantos tweets (tuits) amables? ¿Por qué te
duermes pensando en lo que ha dicho esta persona que estaría de mal humor…?
¿Qué más da? Pero somos así, los humanos. Nos duele. ¿Por qué me acuerdo de
esta persona que no me ha sonreído en el ascensor, y yo me he quedado ahí
«hola»? Te sientes tan ridículo, ¿por qué? Es bonito que tengamos la
oportunidad, por lo menos, de entenderlo y de superarlo y de no darle mucha
importancia. Es un cerebro que no quiere que llegues feliz a la noche, quiere
que llegues vivo, hay que entenderlo, pobrecito, y hace lo que puede. Y te toca
a ti hacer esos esfuerzos por generar, potenciar, saborear y recordar, y el
cerebro se acostumbra, yo lo llamo: entrenar el cerebro en positivo, pero es
que, físicamente, lo entrenas así.
Y desde que los humanos tienen uso de razón,
buscan formas para no sufrir tanto, y fíjate que uno de los filósofos griegos,
Epicteto, que ha sido tan importante en, probablemente, la mayor escuela de
psicología contemporánea que tenemos ahora, Epicteto decía: «¿Por qué es la
gente tan infeliz? ¿Por qué nos es tan fácil, digamos, ser infelices?», pues
porque nos empeñamos en cambiar cosas que no podemos cambiar, decía, y él hizo
sus famosas dos listas: cosas que puedo cambiar y cosas que no puedo cambiar.
En «cosas que no puedo cambiar» entraba todo, mi cuerpo, mis propiedades, mis
padres, mi pareja, mis hijos, mis compañeros de trabajo, el tiempo, la
economía… prácticamente nada. Y él decía: «¿Qué puedo cambiar? Mis
pensamientos, mis actitudes», y yo tengo una imagen que, a veces, me sirve para
distinguir entre lo que puedo cambiar y lo que no puedo cambiar. Yo pienso en
el mar, y digo: «Oye, el oleaje, las olas que vienen, cuando llegan a la
orilla, ¿puedo decirles que paren? No puedo decir…». Entonces, cuando no estoy
segura si es algo que puedo cambiar o no, digo: «¿Es esto como las olas?».
Luego, los antiguos griegos tenían otro muy bonito que era el viaje cósmico.
Ellos sabían que los humanos, cuando estamos muy cerca de un problema o de un
recuerdo desagradable o de… tendemos a agrandarlo y nos agobiamos y nos cuesta
mucho, incluso químicamente, romper el ciclo. Ellos hacían algo que era un
viaje cósmico, y es que imaginaban que se iban como alejando, alejando,
alejando de su casa, de su barrio, de su ciudad, de su país, e iban viendo la
Tierra desde arriba y tomaban esa distancia que es tan importante para, un
momento dado, romper un poco esta química negativa en la que entramos.
Los
neurocientíficos nos dicen: «Trabajad, sed más como los niños, trabajad la
capacidad de estar en el presente». Entonces, yo te diría: llenar tu día de
pequeños momentos en los que disfrutas de lo que estás haciendo, en los que estás
en el presente, en el que eres más como un niño, ¿por qué tienen esta capacidad
de alegría nuestros niños? Porque no están pensando en lo que viene y en lo que
fue, están en el presente. Entonces, lo que hagas, hacedlo, estad aquí ahora,
todas las veces que puedas. No hace falta meditar como un monje budista, es muy
bueno hacerlo, pero no hace falta. Puedes hacerlo de mil maneras. Yo lo hago
con mis plantas, con mis flores, mis cebollas, mis zanahorias, que me han
salido fatal este año… Pero el tiempo que les dedico estoy ahí en cuerpo y
alma, o el tiempo que estoy aquí con vosotros intento no pensar en nada más, y
hago este esfuerzo consciente de que estoy aquí con vosotros, y es el presente.
Lo disfruto y dejo ir, como las olas del mar, las cosas que no… que sé que se
me pegan al cerebro, pero que no tienen tanta importancia.
Nuestro cerebro está programado para sobrevivir. Tiende a temer y a recordar en negativo, tenemos que entrenarlo en positivo
58:18
Jaime. Hola, Elsa.
Elsa Punset. Hola.
Jaime. Según todo lo que has estudiado e investigado, ¿podríamos
decir que hay personas optimistas o pesimistas por naturaleza?
Elsa Punset. Pues sí, Jaime. Me temo que hay
personas más optimistas y más pesimistas por naturaleza. Somos los humanos, los
que estamos aquí, somos un ecosistema emocional. La naturaleza ha querido que
haya un poco de todo, y, fíjate que en esto qué creativa es la naturaleza. Que
hay un poco de todo para atender todo tipo de situaciones y para poder
sobrevivir juntos como un grupo. Así que, efectivamente, el optimismo, en
cierta medida, depende de la genética, hay un porcentaje que es genético, pero,
y ahí es noticia para los que se creen que no se puede cambiar, pues mala
noticia o buena noticia, según, si son pesimistas, mala noticia. Sí se puede
convertir uno en una persona más optimista. Y, fíjate que lo leía ayer, ayer
leía de una mujer que… una catedrática en Yale, que da un curso sobre
habilidades para la vida que es muy popular, y que, por cierto, es gratuito y
yo me apunté en la red ayer para ver, como es gratuito… Tiene buena pinta, y lo
primero que dice, solo he podido leer la primera página de su curso porque dura
semanas, pero ahí dice que es muy importante que las personas pongamos nota a
nuestra felicidad, y ella dice del cero al cinco, ¿qué nota le pones a tu
felicidad? Al final, el optimista le va a poner una nota alta. ¿Por qué es
importante? Porque hay muchísimas cosas que puedes hacer para mejorarla,
muchísimas cosas. Aunque seas pesimista, puedes ser más optimista. Os decía
antes que el optimista tiene las mismas dificultades que el pesimista, pero
tiene más capacidad de superar obstáculos porque tiene más esperanza en el
futuro, por lo tanto, no se bloquea tanto, incluso, intelectualmente, logra
buscar otros caminos para llegar. Y uno de los trucos, por cierto, de los
optimistas, una cosa que hacen naturalmente los optimistas muy bien es que no
se… no pierden tanto tiempo como tendemos a pasar los humanos en intentar
preocuparse por las grandes desgracias que nos van a pasar, las pérdidas de
trabajo, pérdidas de seres queridos, enfermedades, que esto nos… Es un poco
como una espada de Damocles que llevamos todos, «uy, ¿qué puede pasar?». La
gente más optimista y la gente con más capacidad para la felicidad tiende a centrarse
más en gestionar lo pequeño, lo pequeño.
Los nervios en el atasco, ¿cómo puedo
mejorar eso? He perdido mis llaves, ¿cómo puedo encontrarlas sin ponerme de un
humor terrible? Las luces de navidad enmarañadas, ¿cómo las pongo bien sin
romperlas? Bueno, pues, ahí hay mucha felicidad para los optimistas y para todo
el resto que se puede convertir también en optimista.
59:32
Elsa Punset. Pues hemos hablado, esta tarde, de
nuestro cerebro, que es un cerebro programado para sobrevivir. Os decía que
tiende a temer y a recordar en negativo, y tenemos que ayudarle, tenemos que
entrenarle en positivo. No siempre lo natural es lo mejor. En el caso del
cerebro, podemos ayudarle a ser más realista, a saborear, a centrarse en el
presente, en expresar afecto, en descubrir sus fortalezas, en creer en sí
mismo, en ser creativo. Y hemos hablado mucho de niños y de la necesidad y de
lo que hacemos día a día, queramos o no, que es enseñarles a elegir entre esos
dos grandes polos emocionales, que es el amor y el miedo, y la necesidad de
enseñarles a protegerse, por supuesto. Pero, que las paredes que construyen
para protegerse no dejen fuera también la alegría, el amor, la risa, la
creatividad, los riesgos. Enseñarles a fracasar.
Hemos podido hablar mucho de
esto, pero también es importante enseñarles a vivir con lo bueno y lo malo que
nos da la vida, los momentos duros, y a sacar aprendizaje de cada uno de estos
momentos, a ser, a disfrutar de este milagro. Es un milagro que estemos vivos
aquí, bastante extraordinario. Somos todos campeones solo por haber llegado
aquí, es increíble. Con lo cual, celebrad eso, y cierro con unas palabras de
Yehudi Menuhin, el violinista. La gente le decía: «Maestro, qué bien toca
usted, qué maravilla, qué milagro», y él los miraba y les decía: «Eso que
vosotros llamáis milagro lo hacen los pájaros cada día», y es bonito recordar
esto y enseñárselo a nuestros hijos, que disfruten de cada momento de esta
oportunidad que tenemos de estar aquí. Muchísimas gracias por acompañarme,
acompañarnos a todos y por seguir esta aventura de aprender juntos. Muchas
gracias.
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