martes, 12 de febrero de 2019

Mitos, tabúes y realidades de las universidades, Vol. III - Crisis de la universidad venezolana en el siglo XXI - Orlando Albornoz - descargar libro



Adam Schaff (1913-2006), el sociólogo ucraniano de nacionalidad polaca, de quien seguí cursos en el L.S.E. de Londres, publicó en 1974 un pequeño libro, sobre Historia y verdad, en donde abordaba, aun desde la perspectiva de un marxista de la era estalinista, que sobre un mismo hecho había al menos dos puntos de vista, dada la naturaleza propia de las ciencias sociales. Ello es más que comprensible cuando analizamos a la universidad, ya que como decían Dominique Aubier y Manuel Tunón de Lara de España, es una institución que “retrocede cuando nos acercamos a ella.” Dedico este libro, entonces, al análisis de la universidad, en este caso latinoamericana y más específicamente a la venezolana. Es un tema que ha sido abordado por muchos, equipados con un instrumental teórico y metodológico mejor que los míos, pero, aun así, hay que hacerlo, si esa es la vocación, porque todo análisis privilegia un enfoque único, útil y necesario, de modo que, en una palabra, todos contribuimos con la construcción del conocimiento que nos haga más claro e inteligible este tortuoso camino que inicio en este momento. Por supuesto, no soy un extraño en el tema del estudio y análisis institucional de las universidades, y en cuanto a mi país soy lo que los franceses llaman un “spectateur engage”, una cualidad que permite ser parte de lo observado y compartir, al mismo tiempo, la condición del observador, replanteando asi un viejo dilema propio de las ciencias sociales, cuyas incertidumbres son parte de su propia lógica.


No estimo que haya sufrido en mi vida alguna epifanía como la que comenta Allan Bloom en su libro sobre la universidad de su país: “When I was fifteen years old I saw the University of Chicago for the first time and somehow sensed that I had discovery my life.” Mi experiencia es otra, pero de una u otra manera he llegado al punto en el cual mi inmodesto objetivo es el de contribuir a la elaboración de un area especifica de pensamiento que denominamos la teoría de la universidad, como en este libro. La teoría de la universidad es un área de trabajo esencial para comprender esta institución, que tiene carácter universal. 

No hay país que no se precie de sus universidades, a menudo admirando los grandes tesoros del conocimiento de las grandes universidades, pero orgullosa de sus propios logros, porque no hay universidad que pueda ser deleznable, en principio. En el ámbito de la tesis que he venido desarrollando, las universidades dondequiera que existan, con o sin intención, son un milagro pedagógico que enriquece la experiencia humana, ya que facilita a los hombres y mujeres que habitamos el planeta el alcanzar los niveles superiores del cultivo de la vida intelectual y académica. Mi libro es eso, teoría de la universidad, en la misma línea de los teóricos más relevantes de esta línea de pensamiento, desde John Henry Newman, Emile Durkheim, Max Weber y Ortega y Gasset hasta el pensamiento de teóricos como Allan Bloom o el propio Talcott Parsons, llegando al pensamiento latinoamericano contemporáneo, en donde la obra de pensadores como Boaventura de Sousa Santos, Darcy Ribeiro y Ernesto Mayz Vallenilla ponen de manifiesto una visión que, efectivamente, es un aporte a las teorías universales elaboradas, ya en un sentido estricto, desde que el hombre sistematizo pensamiento, yéndonos con alegría hasta el caso de los filósofos griegos que han sido una de las fuentes esenciales del pensamiento occidental, narrada esa historia en la monumental obra de Werner Jaeger y hallar la huella de la universidad a lo largo de ese pensamiento occidental y sus conexiones con el pensamiento oriental en la obra seria y profunda de Walter Ruegg.

Lo que si debe quedar claro es que a lo largo del siglo XX y en lo que va del siglo XXI hay una continua línea de reflexión acerca de la universidad en la región, no solo la de los pensadores que individualmente han expresado sus criterios acerca del particular, sino de los organismos internacionales que en algún momento taparon este sordo debate que ha sido la cosa universitaria en la región de AL&C. Por ejemplo, suelo citar un pequeño volumen publicado en 1965, con los textos de una reunión efectuada en Asunción, Paraguay, en 1965, patrocinada por el Inter–American Development Bank, con el aporte de intelectuales y académicos, tales como el chileno Juan Gómez Milla. Philip H. Coombs, entonces director del Instituto Internacional para la Planificación Educativa (UNESCO); Paulo e Goes, quien era el decano para la reforma institucional de la Universidad de Brasil, situada en Rio de Janeiro; Julio H.G. Olivera, quien habia sido rector de la UBA; Joe Vera-Lamperein, consultor del Banco; Ramón de Zubiría, rector de la Universidad de los Andes y Rene Maheu.

Quizás, de esta manera, pueda contribuir con quienes se ocupan del hacer, rehacer y quehacer universidades, para que tengan más elementos para sus reflexiones y decisiones, bajo el axioma de que no hay practica exitosa posible, en las universidades, sin teoría institucional.15 La universidad, es inevitable que así lo plantee, es un rollo, en el sentido criollo de la palabra, un enredo y sobre ello pienso en la frase de Heidegger, en El principio de la razón: “Aquí algo vuelve sobre si, algo se enrolla sobre si y, sin embargo, no se cierra, pero al mismo tiempo se libera por medio de su mismo enrollamiento.” En mi análisis trato de evitar el rollo pero me apoyo en la concepción de Leibniz, según quien “Siempre debe poder explicarse porque algo fue así y no de otro modo.” Por ello, en vez de cavilar con nostalgia en lo que pudo ser y no fue, me dedico al que hacer dentro de la visión de lo posible más que de lo deseable. Termino este libro en momentos de tensión en la sociedad venezolana, en la cual dos fuerzas políticas pugnan por el control del poder. El discurso oficial y aquel de la oposición miran los problemas de esta sociedad según dos ópticas distintas, como distintos son los intereses que coadyuvan a una u otra salida de las elementales, las sociedades cambian pero no desparecen y por ello, hallo prematuro y ciertamente falso el titular de la revista que publico un reportaje sobre Venezuela titulado “Requiem for Venezuela” (TIME, August 22, 2016), como falso es el discurso oficial según el cual en esta sociedad el único problema es la oposición, dirigida por intereses imperialistas y una conspiración originada en Wall Street y en los tentáculos del poder con sede en Washington, que quieren “apoderarse de nuestras riquezas.”

Sobre este tema de la actual situación socio-político solo deseo destacar que esta sociedad se está comportando, simplemente, como una sociedad latinoamericana, ido ya para siempre el excepcionalismo que la caracterizó, por décadas y por ello, me mantengo ajeno al escándalo y sorpresa de lo que acontezca en esta sociedad venezolana tan normal como puede ser una sociedad latinoamericana y en ese sentido invito al lector a que, antes de iniciar la lectura de este libro, me acompañe a un viaje imaginario por los países de la región y halle en cada uno de ellos los problemas que desafían la lógica y la racionalidad de un Estado moderno, para toparnos con sociedades normales, llena de defectos, defícits y tragedias a menudo silenciosas, que nos invitan a la esperanza para vivir en este país en una era de prosperidad y bienestar, sino de todo lo contrario. Por ello insisto, como en Venezuela vivimos una situación normal, pues sabemos que esperar, ya que no hay incertidumbre acerca de su futuro, del cual su propia certidumbre es su ya mencionada incertidumbre, dentro de una estructura y una organización social previsible según los indicadores estándar.

La ecuación venezolana, en estos términos es sencilla: como un petro-state vivió la falsa prosperidad y bienestar mientras que el petróleo fue una fuente que para muchos parecía inagotable, de ingresos fiscales, que permitían que las elites y las masas drenaran beneficios cada quien según su aproximación al poder político. El equilibrio y estabilidad era entonces un logro ficticio. Desaparecido el petróleo como el Maná, la sociedad entra en desequilibrios e inestabilidad. La pugna por el poder político se acelera y se hace más intensa. Las universidades de esta sociedad, tema de nuestro libro, acentuaran sus dificultades, la huida de talento al exterior incrementará sus volúmenes y nuestro stock de conocimiento será ya cosa del pasado, no obstante, que las universidades viven su propio altar de los milagros y de una u otra manera seguirán estas universidades desempeñando su papel como gestor del milagro del saber, a pesar de los esfuerzos de los gobernantes para aumentar la pobreza y miseria académica que parece cernirse sobre el ominoso futuro de las universidades venezolanas. Orientadas ya las mismas no por el imperio de la razón, sino por una aproximación apoyada en criterios mágico-religiosos que como tales suelen caer en los extremos del fanatismo, creando de las universidades espacios de creencia, política, religiosa, empresarial, según quienes controlen una u otra institución.

Son momentos difíciles para la república, sobre todo porque el Estado se torna un Estado represivo de las libertades públicas, lo cual incluye sobre todo a las universidades y al pensamiento. El Estado no es un problema de fuerza, como de ética, me mantengo ajeno al escándalo y sorpresa de lo que acontezca en esta sociedad venezolana tan normal como puede ser una sociedad latinoamericana y en ese sentido invito al lector a que, antes de iniciar la lectura de este libro, me acompañe a un viaje imaginario por los países de la región y halle en cada uno de ellos los problemas que desafían la lógica y la racionalidad de un Estado moderno, para toparnos con sociedades normales, llena de defectos, déficits y tragedias a menudo silenciosas, que nos invitan a la esperanza para vivir en este país en una era de prosperidad y bienestar, sino de todo lo contrario. Por ello insisto, como en Venezuela vivimos una situación normal, pues sabemos que esperar, ya que no hay incertidumbre acerca de su futuro, del cual su propia certidumbre es su ya mencionada incertidumbre, dentro de una estructura y una organización social previsible según los indicadores estándar.

La ecuación venezolana, en estos términos es sencilla: como un petro-state vivió la falsa prosperidad y bienestar mientras que el petróleo fue una fuente que para muchos parecía inagotable, de ingresos fiscales, que permitían que las elites y las masas drenaran beneficios cada quien según su aproximación al poder político. El equilibrio y estabilidad era entonces un logro ficticio. Desaparecido el petróleo como el Maná, la sociedad entra en desequilibrios e inestabilidad. La pugna por el poder político se acelera y se hace más intensa. Las universidades de esta sociedad, tema de nuestro libro, acentuaran sus dificultades, la huida de talento al exterior incrementara sus volúmenes y nuestro stock de conocimiento será ya cosa del pasado, no obstante, que las universidades viven su propio altar de los milagros y de una u otra manera seguirán estas universidades desempeñando su papel como gestor del milagro del saber, a pesar de los esfuerzos de los gobernantes para aumentar la pobreza y miseria académica que parece cernirse sobre el ominoso futuro de las universidades venezolanas. Orientadas ya las mismas no por el imperio de la razón, sino por una aproximación apoyada en criterios mágico-religiosos que como tales suelen caer en los extremos del fanatismo, creando de las universidades espacios de creencia, política, religiosa, empresarial, según quienes controlen una u otra institución.

Mientras tanto, las universidades son un ejemplo del principio de la correspondencia institucional que ha promovido el análisis funcionalista, pues las universidades venezolanas son mejores o peores, académicamente hablando, según se comporte la estructura y organización social, marcadas las mismas por la variable equidad/ inequidad, una distribución injusta de las oportunidades y una cierta indolencia e indiferencia por parte de nuestros gobernantes, que parecieran haber perdido interés por la vida intelectual y académica del país, como ha ocurrido en las décadas recientes, periodos gubernamentales que han promovido opciones exógenas en vez de mirar hacia las posibilidades endógenas. No puedo dejar de insistir en el hecho de como el análisis de la universidad venezolana debe verse simultáneamente con las variables básicas que conforman el sistema social venezolano: la Fuerza Armada, la Iglesia Católica, los partidos políticos, la farándula, el deporte, las artes y, sobre todo, la industria petrolera, Alfa y Omega de nuestra sociedad venezolana, desde hace un siglo. Quizas el drama de las universidades se ha ido deshojando en la misma forma, con los mismos atributos y defectos que la industria petrolera y específicamente con la empresa nacional del petróleo, PDVSA.

Son momentos difíciles para la república, sobre todo porque el Estado se torna un Estado represivo de las libertades públicas, lo cual incluye sobre todo a las universidades y al pensamiento. El Estado no es un problema de fuerza, como de ética, según Benno Von Wiese (1954) La cultura de la ilustración, como de neutralidad en el caso del Estado liberal, como plantea Susan Strange (1996) The retreat of the state. The diffusion of power in the world economy. Me limito a citar las palabras de Wiese para contrastar las mismas con el estado que estamos promoviendo en Venezuela, un Estado centralizador y controlador que inevitablemente arribara a la fase del control del pensamiento y ello será mortal para las universidades:

La razón de Estado no solo consiste en la mera afirmación, sino que se sabe al servicio de los espíritus ilustrados que constantemente producen progresos en el orden de la cultura. La racionalización de la idea de Estado conduce a una nueva fundamentación que no basa el Estado en la persona del monarca sancionado por Dios, sino principalmente en la razón. Solo en cuanto que la razón pone al Estado, encuentra este, incorporado así al orden de la cultura, una justificación ética. En este proceso se repite el entrelazamiento del pensamiento natural ilustrado. El Estado en la medida en que es comprendido de un modo puramente racional. Precede, como el Derecho, a todas sus posibilidades históricas. Se construirá conforme a la razón como el ‘mejor’, como el ‘perfecto’ Estado transmitiéndose desde este supuesto principal a todas las formas históricas. Se entenderá también a veces el proceso del Contrato social históricamente, como en Locke y Pufendorf.

VOLUMEN III

Orlando Albornoz
La crisis de la universidad venezolana en el siglo XXI y qué hacer para mejorar su calidad institucional
Caracas, 2018

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