PREAMBULO.
El universalismo
griego se basó en la filosofía, las ciencias naturales, el
arte, el estado y la sociedad. El universalismo
romano se basó en la lengua latina común, la
jurisprudencia, la literatura y la fuerza de las legiones. El universalismo
cristiano que suplió al anterior, se fundamentó en creencias sobre la creación,
la concepción trinaria de Dios, la cristología y la Iglesia con los
sacramentos, basadas en la fe y en la interpretación incontrovertible y única
de la Biblia, los Evangelios, las Cartas de los Apóstoles y los libros de los
Santos Padres, acompañada la fe del premio del cielo o del castigo de
excomunión, torturas y el infierno (Roberto Rondón. 2007). Los universalismos
generaron gran cantidad de conocimientos que trascendieron a los
siglos, pero su transmisión y aprendizaje no se acreditó hasta la
aparición de la universidad, institución jurídica pontificia y real, creada en
el siglo XII a tal fin. La universidad es el centro por excelencia del
conocimiento, creado o transmitido, que ha determinado el destino de
esta institución (Rondón, Roberto. 2005).
EL CONOCIMIENTO EN
LA UNIVERSIDAD ORIGINAL.-
Cuando el dominio
de la Iglesia fue total a partir del Siglo IV, se presentó la necesidad y la
conveniencia de unificar y reforzar la fe y las creencias con la razón,
presionada además por los movimientos cismáticos y heréticos, por lo
que se generó el debate más importante de la humanidad de entonces para
explicar el conjunto de los conocimientos o creencias cristianas dentro de las
cuales, ahora jugaba un papel estratégico muy importante la unión
del poder humano y divino en la tierra, con interpretaciones de las Sagradas
Escrituras que no fueron suficientes ni convincentes, por lo que se
acudió a la erudición de los Santos Padres en los siglos III y IV y
a la creación de las universidades en el siglo XII, donde
y cuando se logró una cosmovisión de los conocimientos
cristianos, judíos y árabes, alejándoles las
viejas calificaciones de paganos y bárbaros, y logrando con
un gran esfuerzo, “armonizar y conseguir una síntesis perfecta entre
la revelación cristiana, la sabiduría griega sobre todo de Platón y
Aristóteles, los escritos judíos de Maimónides y árabes
de Avicena y Averroes, no sin grandes obstáculos”. Esto fue tan
exitoso que los Papas Inocencio III (1198-1216) y Gregorio IX (1227-1241),
grandes protectores de la universidad, no previeron ni controlaron este inmenso
desarrollo del conocimiento al punto que consideraron “a las universidades el
medio más poderoso de que disponían para expandir la verdad religiosa en
el mundo, o bien una fuente inagotable de errores,
capaces de envenenar a toda la cristiandad” (Verguer, Jacques. 1976).
De otro lado, la
universidad vino a poner orden en la gran dispersión del conocimiento existente
y a cambiar sus metáforas y símbolos por
descripciones. Ordenó el conocimiento en las
llamadas artes liberales dirigidas al estudio de las voces o
palabras en el trívium con gramática, lógica y retórica, y en el
quadrivium o estudio de las cosas con aritmética, geometría, música y astronomía.
El conocimiento fue
de complejidad creciente y por etapas:
1.- El
conocimiento del mundo por el hombre mediante las artes liberales, común para
todos los alumnos al estilo de un ciclo básico.
2.- El
autoconocimiento del hombre por la medicina.
3.- El conocimiento
de las vinculaciones seculares y eclesiásticas del hombre con el derecho civil
y canónigo.
4.- El conocimiento
del concepto de Dios por los hombres mediante la teología, que
era la suma de los conocimientos. Metodológicamente, el conocimiento
y su reproducción derivaban de la fe y la razón,
con la función de su construcción (gramática), de los
silogismos (lógica), del discurso (retórica), de los números (aritmética), de
las medidas (geometría), de las melodías (música) y del cálculo del curso de
los astros (astronomía).
El conocimiento
sólo dio prestigio y se acumuló como un tesoro, todo dentro de la
universidad que era comunitaria porque estaba conformada por frailes maestros y
alumnos, todos pobres y desinteresados, sin sedes físicas, y
con Facultades de Artes, Decretos o Derecho Canónigo, Medicina y
Teología que no eran las organizaciones separadas que ahora
conocemos, sino la competencia para enseñar y emitir grados de
derecho canónigo y civil, medicina y teología; y
era unitaria porque todas las actividades intelectuales
giraban en torno a una idea central, Dios; a una Facultad
Nuclear, la Teología y a una preocupación básica que era salvar al
hombre (Luis Alberto Sánchez. 1949).
El modelo
universitario medieval y colonial fue un conservatorio del conocimiento
existente, en manos de maestros y alumnos que eran los artesanos del
saber, en ciencias
clasificadas en “estudios generales” que
contenían al menos Gramática, Lógica, Retórica, Leyes y Decretos según el Rey
Don Alfonso El Sabio.
Los métodos de
enseñanza eran la lección y la discusión. La lección se desarrollaba
con preguntas u objeciones, que generaban una disputa o discusión
que era un certamen dialéctico con presencia de uno o varios
maestros quienes como pensadores, ofrecían unos argumentos
razonados como soluciones o determinaciones que eran
las respuestas a las objeciones presentadas, en general, logradas
por argumentos en contrario. Las contradicciones y refutaciones eran típicas de
esta metodología de enseñanza, en donde la razón era iluminada por la fe
(principio de la teología). Fue muy importante la erudición y fama de los
maestros que dieron reputación a las universidades. No dejó de haber
interminables discusiones sobre los términos o terminismo, que
degeneró a la escolástica hasta su abandono como método fundamental, por lo
que muchos maestros se alejaron de la dialéctica y del silogismo.
Al final, en la
Edad Media: “La universidad de París no era parisién ni francesa, sino una fuerza
cristiana y eclesiástica dotada del mismo derecho y la misma significación que
el Sacerdocio o el Imperio (Elienne Gilson. 1965)
EL USO DEL
CONOCIMIENTO EN EL RENACIMIENTO.-
El Renacimiento
trajo cambios profundos en la Universidad y en los profesores. El
conservatorio del conocimiento cesó y se ofreció por
su poder y riqueza, por lo que
ambos dejaron de ser pobres y humildes. Aquella adquirió propiedades
para funcionamiento y residencias, por lo que apareció el concepto de recinto
universitario.
Los profesores
dejaron de ser desinteresados, rechazaron los salarios por
degradantes y sometidos a la inflación por frecuentes crisis económicas, y
optaron por el cobro y los obsequios directos de los estudiantes,
así como el pago por matrículas y los grados, lo que redujo el
número de estudiantes de bajos ingresos. Se constituyó una oligarquía
universitaria por el manejo del conocimiento, aun antiguo
e inerte pero ya cambiante, lo que fue imperceptible por la
universidad. A pesar de ello, el conocimiento permitió a los
profesores la adquisición de elementos de realeza y de linaje, que
además de riqueza y confort, celebraban ceremonias pomposas de
graduación con togas, birretes y anillos similares a las eclesiásticas y
reales. Una manifestación de este linaje fue la herencia de las
cátedras, factor que impidió por mucho tiempo la renovación universitaria
(Capelletti, Angel. 1993).
LA DECADENCIA DE LA
UNIVERSIDAD ORIGINAL.-
El esplendor y
trascendencia de esta universidad original cesó y estuvo en peligro de
desaparecer por múltiples factores. El principal fue que el
conocimiento solamente deductivo, continuó concibiéndose
sólo para la defensa espiritual y temporal de la Iglesia
cuando ésta y el Papa perdían el dominio absoluto anterior, no abrió
resquicios a la ciencia y a la inducción, y el puntilloso
dogmatismo del conocimiento rechazó al de la
experimentación en un momento en el cual el hombre dejó de conformarse sólo con
la instrucción y aspiró a la evolución. El conocimiento
tuvo dificultades para modernizarse mediante una “teología racional”
(la razón iluminada por la fe) y por la
persistencia del método de la escolástica con su forma de
razonar o dialéctica que conducía sólo a
síntesis o conclusiones con argumentos terministas y en contrario,
todos deductivos. Por ello, muchos intelectuales, de manera particular los
astrónomos, se refugiaron fuera de la iglesia para garantizar su libertad
creadora amparados por reyes y príncipes ilustrados y reformistas. Influyó
de una manera muy determinante en esta decadencia, la particularidad
espacial autónoma y autosuficiente de la universidad en su
jurisdicción, que la convirtió en una mónada aislada conventual similar al
antiguo sistema feudal, en tiempos en que había empezado a
ser desplazada por la función de la “ratio thécnica” (Ernesto Mayz
V. 1984).
EL MODELO
NAPOLEONICO DE UNIVERSIDAD.-
La crisis decadente
de la universidad llegó a su culminación en los siglos
XVII y XVIII. Una de las alternativas de solución que se planteó en el siglo
XIX fue el llamado “Modelo Napoleónico”.
Este modelo tuvo
tres grandes propósitos, todos basados en el conocimiento para la
enseñanza: 1º. “Los preceptos de la religión católica que son las máximas sobre
las cuales reposan las leyes orgánicas de los cultos; 2º. La fidelidad al
Emperador, a la monarquía imperial, depositaria del bienestar de los pueblos y
a la dinastía napoleónica, conservadora de la unidad de Francia y de todas las
ideas liberales proclamadas por las constituciones y 3º. La obediencia a los
estatutos del cuerpo de enseñantes, que tienen como objeto la uniformidad de la
institución y que tienden a formar para el Estado ciudadanos
apegados a su religión, a su príncipe, a su patria y a su familia” (Cárdenas,
Antonio L. 2004).
Para Napoleón, la
universidad no tenía la finalidad del cultivo de la ciencia como sí la tenían
los alemanes, ni la formación integral del hombre o la
educación liberal como la tenían los ingleses, sino la enseñanza de un oficio
útil a la sociedad. Este modelo planteó que la
investigación debería hacerse fuera de la universidad, en Academias, Museos,
Jardines y otros, que en América Latina, al trasladarse el modelo napoleónico,
no se crearon.
El modelo
napoleónico tuvo un predominio del entrenamiento teórico y ahora práctico
profesional sobre el conocimiento puro. A partir del momento en que
el Estado asumió a las universidades, determinó las facultades que emitirían
grados: Ciencias Eclesiásticas, Ciencias Políticas, Ciencias Filosóficas, Ciencias
Médicas, que incluían Odontología, y Farmacia que emitirían grados de bachiller
y doctor para la burocracia pública y privada.
Este proceso
universitario coincidió con la consolidación de las nacionalidades y del estado
en América Latina, la construcción de una infraestructura
moderna, el requerimiento de las demandas sociales de la población,
de la política de sustitución de las importaciones, la necesidad de dar
respuestas a las exigencias de ascenso social de la población y de la capacidad
para interpretar y aplicar en los países los desarrollo científicos y
tecnológicos europeos y norteamericanos. Todo este complejo indujo en que a
medida que aumentaban los desarrollos de los conocimientos, aparecieran
nuevas alternativas profesionales, y nuevos niveles educacionales tanto
tecnológicos como postgraduados. Fue muy importante la revisión y actualización
de los planes de estudios, la formación del personal docente, la dotación de
recursos físicos, financieros, informáticos a las universidades.
La estabilidad del
personal docente, su dedicación, su formación, reconocimiento
jerárquico y salarial se establecieron mediante
reivindicaciones sociales por sindicatos y
convenciones colectivas de trabajo, lo que se convirtió en una
importante preocupación de las universidades. A esto se agregó la escasa
preparación previa de los estudiantes y su efecto sobre el progreso
académico, la masificación y el empleo. En éste, empezó un predominio paulatino
del sexo femenino. Todo esto constituyó materia de discusión en las
universidades, que crecían en la medida en que aparecía
nuevo conocimiento científico y tecnológico, la necesidad de nuevos
entrenamientos y áreas de desarrollo económico. Es de destacar la incongruencia
entre la formación cualitativa y cuantitativa de los profesionales en relación
con las expectativas y necesidades del desarrollo socio económico. El
desarrollo nacional y del conocimiento y las universidades no coincidían.
Las crisis
económicas de los países y ciertos tipos, enfoques y demandas
de entrenamiento profesional y tecnológico han hecho aparecer de una manera muy
importante la educación superior privada. Hay que señalar la
tardía apertura de las Facultades de Humanidades y de Ciencias en
especial después de la Segunda Guerra Mundial cuando desde la OEA se inició el
planteamiento de la investigación científica como factor de desarrollo
estratégico de los países. Esto vino a complementar el modelo de entrenamiento
vigente hasta ahora.
El modelo del
conocimiento como base del entrenamiento profesional y técnico ha
perdido relevancia como medio de movilización social, de acceso a un
alto nivel de ingreso y de ocupación de cargos de alta jerarquía pública y
privada. La exagerada formación numérica en algunas profesiones,
los estancamientos productivos, los cambios en los mercados de trabajo y su
devaluación, aunado a las crisis económicas de los países
han provocado migraciones y pérdida de talentos. De otro lado, han
aparecido centros de formación profesional y técnica independientes de las
universidades que empiezan a disputar a estas instituciones lo que parecía ser
de su exclusiva competencia, la utilización del conocimiento para la formación
y entrenamiento de profesionales y técnicos.
EL FUTURO DE LA
REFORMA DE CORDOBA: UNA REFORMA AXIOLOGICA DE LA UNIVERSIDAD.
La reforma de
Córdoba dejó intacto el proceso académico de la universidad tradicional, lo que
permitió y favoreció la acumulación y coexistencia de los
modelos colonial, napoleónico, cordobés, científico y social, que creó un
entramado de concepciones y fines de la universidad, en donde compiten la
academia con la política partidista.
Sin embargo, esta
reforma formuló el modelo autonómico latinoamericano de
universidad. La autonomía concebida originalmente como
soberanía y democracia, protectora y libertaria, ha
aislado a la universidad territorial, orgánica y funcionalmente. Por ello, debe
renovarse el concepto de autonomía hacia un criterio de autopoiesis, es
decir, que la universidad debe asumir, entre otras, una
capacidad de regeneración y auto renovación para dar respuestas oportunas y
suficientes a los cambiantes entornos, entre ellos el desarrollo de las
Tecnologías de la Información y la Comunicación.
En su función, la
nueva universidad debe orientarse por una nueva forma de usar el conocimiento,
si es que persiste como parece la función docente de esta institución. Hay un
cuestionamiento de los métodos escolares tradicionales, y de la forma y fin
como usa el conocimiento, por lo que una vía de reforma futura
podría encaminarse hacia el cambio de sus modelos escolares sin comprometer el
resto orgánico de la institución.
1.- La modalidad
educativa escolar de maestros y alumnos ha sido tradicional. Busca una gran
cobertura territorial y una homogeneidad del aprendizaje con métodos masivos,
pasivos, dominantes y dependientes, con represión, sometimiento y redención del
estudiante, sin posibilidades de desarrollo de la experiencia ni la autonomía.
Hay una interacción directa y presencia simultánea de maestros y alumnos en el
mismo espacio y tiempo. La lección y el texto son los instrumentos principales,
y no se adapta a minusválidos ni a superdotados.
La modalidad
escolar tradicional basada en un igualitarismo jurídico y moral no ha logrado
este objetivo, y el planteamiento de la emulación social del
grupo y la del profesor como sabio y buen ciudadano no se ha logrado tampoco.
Al final, no hay un igualitarismo social, humano ni técnico en la universidad.
2.- La enseñanza
abierta flexibiliza las posibilidades del estudiante por su edad,
ocupación o preparación previa. Hay una interacción indirecta del estudiante en
su aprendizaje como método básico, apoyado en materiales impresos, laboratorios
simplificados de uso personal y el docente como asesor, no su fuente de
conocimiento, y con medios intermediadores como el correo, la radio, la
televisión y centros de apoyo con recursos de aprendizaje y biblioteca. La
enseñanza abierta, al final iguala los contenidos del aprendizaje y la
acreditación al modelo escolar tradicional, no hay emulación social
del profesor y hay tendencia a la individualización.
3.- La enseñanza a
distancia es abierta e individualizada pero interactiva, y comparte
medios como el microship, las computadoras y los satélites, las redes digitales
inteligentes, los centros de información para poblaciones dispersas o entre
países, donde juegan un papel muy importante las tecnologías de la
información y la comunicación, y por supuesto la transformación de la
información en conocimiento. Hay una separación entre el alumno y el profesor,
aun cuando el aprendizaje interactivo se hace en tiempos reales. Se facilita un
proceso de aprendizaje al ritmo personal y de sus intereses (Alvarez M, José M.
1988).
EL FUTURO
UNIVERSITARIO POSIBLE
Los inmensos
sistemas informáticos, de tele comunicaciones y de módems
deben transformar el rol axiológico de las universidades.
1.- Se debe partir
del hecho de que la universidad no es la única institución que hace
investigación, extensión o servicios, pero hasta ahora monopoliza la formación
técnica y profesional, que históricamente ha sido su rol principal, aun cuando
con el uso de las TIC´S se le empieza a competir. La universidad debe cuidar y
proteger que el uso e impacto de estas tecnologías no desprendan, aun cuando
fuese parcialmente, la función primordial de la universidad, es decir, la
formación profesional y técnica. Pero a la vez, debe considerar
cuidadosamente el riesgo de que el “virtualismo” a la libre se
convierta en un elemento hegemónico, y lo que es peor, controle la enseñanza
(información) y la educación (formación).
2.- Al revés, el
reto es trascendente y provechoso porque según los conocedores del tema, cerca
de 75% de las nuevas profesiones no se han inventado, campo en el cual la
universidad tiene un ámbito primordial para explorar. Hay modelos
como el del Instituto Tecnológico de Monterrey que preparan con orientaciones
nuevas como las de los emprendedores en lugar de buscadores de
empleo, liderazgo para fomentar cambios, y programas para la
exportación en búsqueda de mercados externos. Señalan un contrasentido
encontrado con el problema “de la
individualización”.
3.- Aun cuando
muchos trabajos pudieran ser realizados por robots,
las “conductas” valores y aptitudes no podrán
ser robotizadas ni ofrecidas por el virtualismo. Estos favorecen “un modelo”
eficiente de trabajo, pero no la emulación social, ética ni personal. Tampoco
la capacidad de aprendizaje permanente para un desarrollo profesional continuo,
el profesionalismo, la conducta social y ética que no podrá ni deberá ser
desprendida de la universidad, cuyo reforzamiento deberá ser parte de los
nuevos retos principales en la formación profesional y técnica en la
universidad, y su diferenciación; y que además llevan implícito
el compromiso de dar cuenta a la sociedad de lo que hace la
universidad, y junto con el profesional y el
técnico someterse periódicamente a una acreditación externa en su
componente técnico y de valores.
4.- La universidad
debe participar también en la atenuación de la visión económica del
conocimiento basada “en que el ciudadano sólo podrá subsistir si es capaz de
incrementar su posibilidad de aprendizaje al ritmo de los cambios
como única forma de mantener su capacidad adquisitiva”. “La economía
digital plantea un modelo de desarrollo de habilidades para la
acumulación, la gerencia y el uso de la información del conocimiento”. Se acuñó
el término “Capital humano” o la habilidad para la producción en
términos similares a los que se logran con el capital físico”, lo que
conduciría a la agregación de valor a la producción en la economía y el ingreso
de la persona educada”.
5.- La universidad
debe participar en la corrección de las desigualdades y en el igualitarismo
entre minusválidos, hombres y mujeres y entre la ciudad y el
campo. Hay desigualdades biológicas e intelectuales que determinan
aprendizajes y labores diferentes. No se trata de cambiar al individuo sino de
hacer posibles ciertas capacidades adquiridas, adoptadas y adaptables según las
posibilidades de cada quien y por un medio flexible como son estas tecnologías.
Se trata que los minusválidos y discapacitados, mujeres y campesinos dispongan
de conocimientos, habilidades, destrezas y valores que a través de esfuerzos
individuales lleguen a una meta planteada, de manera que su acción no sea débil
ni sus respuestas erróneas o defectuosas, organizando de manera personal su
enseñanza (información) y educación (formación.) para que no haya
selección de los “mejores” frente a los demás.
Esto es posible
“porque la información se puede reconstruir, habrá registros nuevos y más
resistentes, más capacidad de absorción y retención y más fácil la
actualización. También habrá máquinas pensantes y de aprendizaje como auxilio y
complemento para lograr el igualitarismo a pesar de las
incapacidades biológicas e intelectuales, logro que no se obtuvo con la
educación tradicional”.
Bonito reto para la
universidad del futuro, sin dejar de ser el presente.
Roberto Rondón
Morales
Miradas Múltiples
No hay comentarios.:
Publicar un comentario