Los doctorandos firmarán su
convenio con cinco meses de retraso. Ciencia no tiene los 5,6 millones de euros
comprometidos
Desde el pasado 27 de noviembre,
70 brillantes graduados esperan firmar el contrato como FPU (Formación del
Profesorado Universitario) para ganar 900 euros mensuales durante cuatro años
(13.000 euros anuales) mientras preparan su tesis doctoral. Han ganado uno de
los 850 disputadísimos contratos ofertados por el Ministerio de Ciencia,
Innovación y Universidades, pero en una segunda tanda —tras la renuncia de
algunos agraciados— y ya no hay dinero para ellos. Los que sacaron unas décimas
más cobran desde el pasado octubre, pero ellos no verán un euro hasta finales
de abril —como pronto— porque su sueldo depende de una nueva partida. “Al
actuar con un presupuesto prorrogado, se va a producir un desfase de 45 a 60
días respecto a ejercicios anteriores”, explican en el ministerio.
“Si convocaron 850 plazas es que
había partida para todos. ¿Qué ha pasado? Parece que se desliza el dinero a
otros gastos”, se plantea José Carlos Gómez Villamandos, rector de Córdoba y
presidente de I+D+i en la conferencia de rectores CRUE. “Es un problema
legislativo. Cuando nos reunimos con los ministerios hacemos terapia de grupo.
Cuando no lo para Hacienda, lo para Intervención...”, se desespera.
¿Dónde ha ido ese dinero?, se
preguntan los 70 afectados. El ministerio asegura que era necesario abrir una
nueva convocatoria para estos doctorandos y que necesita liberar dinero de
otros proyectos no ejecutados para reunir los 5,6 millones de euros necesarios
para pagarles. Sería muy complejo trocear la partida económica.
“Me indigna la desigualdad en las
exigencias. Hemos pasado por un proceso muy duro para lograr el contrato, con
unos plazos muy estrictos en los que cualquier error te costaba puntuación y
ahora llevamos cuatro meses esperando un papel”, se queja Jesús, que investiga
las desigualdades de género en personas con trastornos mentales en la
Universidad de Granada.
“No se entiende que el ministerio no se imponga a sí
mismo ningún plazo cuando está jugando con la estabilidad de la vida de la
gente”, prosigue. En la selección para la FPU se tiene en cuenta el expediente
de la carrera —por encima del 8,4—, el proyecto presentado y la trayectoria del
director de tesis y del equipo de investigación. Una criba meticulosa porque el
ministerio busca a los mejores entre los mejores.
EL
RECTOR DE CÓRDOBA: “HAY UN CUELLO DE BOTELLA PARA TODO”
La demora en el pago a los
afectados de la FPU no es un caso aislado. Los del pasado año no cobraron hasta
julio, cuentan los damnificados actuales, y la tardanza en las convocatorias
universitarias son habituales. Los premios nacionales de fin de carrera, por
ejemplo, se convocan con tal retraso —incluso año y medio— que algunos
ganadores no han podido exhibir a tiempo ese mérito de cara a un concurso
público.
El Gobierno socialista ha agilizado los plazos pero las elecciones dejan en el aire sus planes. “La sensación es que hay un cuello de botella para todo. La Agencia Estatal de Investigación que se desarrolló con la Ley de Ciencia [aprobada en 2011] para agilizar los protocolos no ha servido de nada. No es un problema de falta de voluntad de los ministerios —da igual el Gobierno que esté— sino estructural, de marco. Hay que innovar”, critica el rector de Córdoba, José Carlos Gómez Mandos. “Hay resoluciones de estancias fuera de España que se resuelven tarde y ya no da tiempo”.
En 2017 había 66.000 estudiantes
de doctorado, de los que 15.000 podían trabajar a tiempo completo en su tesis
porque contaban con algún contrato —muchos asociados al presupuesto de un
equipo de investigación o con una beca de la comunidad— y de ellos, 3.400 eran
los de FPU.
Cuando los 70 firmen el contrato
no recibirán el salario de estos cinco meses de forma retroactiva, sino que los
cuatro años cuentan desde esa fecha. Pero como los doctorandos tienen un plazo
máximo de cuatro años para defender su tesis, no se han cruzado de brazos y
trabajan ahora de forma gratuita para llegar a tiempo. Andrea, física, empezó
en 2017 la tesis en neurociencia con un contrato del laboratorio al que
pertenece y este año el equipo no contó con prorrogarlo al lograr ella una FPU.
Al no ingresar, sobrevive gracias al apoyo familiar. “A este paso voy a empezar
a cobrar casi al final del segundo año, de modo que voy a disfrutar de dos de
los cuatro años de contrato”, dice.
Jesús Martinez, doctorando de la
Universidad de Granada. FERMÍN RODRÍGUEZ.
La ley permite que si el
beneficiario se doctora antes del fin del acuerdo —se dispone de cuatro años
para hacer la tesis— lo continúe como posdoctoral. Pero Andrea no compra este
razonamiento: “Nadie se queda en su laboratorio de postdoc. Necesitas una
estancia fuera en tu currículo”.
El equipo de la Universidad de
Valencia en el que está integrada Marina, física, tampoco contó con ella al
hacer cuentas anuales. La FPU iba a cubrir sus gastos. Irse al paro entre
contrato y contrato es habitual entre los más precarios, pendientes siempre de
que se publique el siguiente plan estatal de investigación científica que
proporcione a su equipo los fondos suficientes para contratarles.
Natalia, por su parte, investiga
gratis en Biomedicina “por amor a la ciencia” desde septiembre en el CSIC
mientras aguarda la FPU. La mantiene su familia tirando de los ahorros, cuenta
agradecida, porque no puede compatibilizar sus experimentos con un trabajo
parcial. “Con los cultivos o los ratones no hay horarios”, relata. Amaya, sin
embargo, se considera afortunada porque renunciará a una beca de la Autónoma de
Madrid cuando al fin cobre la FPU. Su tesis versa sobre la precariedad laboral.
A la espera están también los
solicitantes de los nuevos contratos Beatriz Galindo —estos ya doctores—, que
el PP anunció a bombo y platillo hace justo un año. Un total de 21,6 millones
de euros entre 2018 y 2021 para “atraer hacia la Universidad española el
talento investigador que está en el exterior”. Se publicó en el BOE hace un año
y el ministerio reconoce que falta más de un mes para que se resuelva.
Foto principal: Andrea, licenciada en Física, que ha logrado una FPU, sentada ante la sede del CSIC. INMA FLORES
Madrid 20 MAR 2019 - 09:51 CET
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