Los campus públicos
ofrecen más de 150 grados nuevos pero pierden 154.600 alumnos desde 2011,
mientras la privada gana 75.000 estudiantes
La carrera de las
universidades por atraer alumnado ha multiplicado la oferta de títulos
universitarios, pero no ha logrado su objetivo. En los últimos seis años, el
número de grados se ha incrementado un 19% (de 2.403 a 2.855). Los campus han
contado con mayor financiación pública para sostener esa oferta pero no han
podido rentabilizarla. Las universidades públicas han perdido 154.600
estudiantes desde el curso 2010-2011, un 12,2%. Sin embargo, las privadas no
solo han aumentado su clientela sino que la han doblado desde el 2000-2001. A
pesar de ello, en la actualidad la pública copa el 74,6% de los títulos frente
al 25,4% de las privadas.
“Los rectores han caído en una
trampa; creían que diversificar la oferta traería un aumento del número de
matrículas, pero no ha sido así. Todo lo contrario: ha caído el número de
alumnos y se ha incrementado el coste para la puesta en marcha de esas
carreras. Hace falta una revisión del sistema”, critica Albert Corominas,
profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña y coautor del
informe Grados universitarios: ¿cuántos y cuáles? Análisis de la oferta de
estudios de grado en las universidades públicas y privadas, que ayer publicó
en Barcelona el Observatorio del Sistema Universitario, un organismo
independiente formado por docentes, doctorandos y estudiantes.
El incremento en
452 títulos se debe, en gran medida, a las universidades privadas, que han
elevado su oferta un 66%, mientras que la media del incremento en las públicas
es del 2%. “La media de las públicas confunde por la disparidad entre
comunidades; Madrid y Cataluña van a la cabeza con una subida que ronda el 30%,
pero al dividir entre las 17 autonomías, baja mucho el dato”, explica
Corominas.
El informe señala
como uno de los problemas más graves la “desorientación” que causa en los
estudiantes la “desproporcionada” oferta de grados. “En Cataluña existen 400
titulaciones de grado, algunas excesivamente especializadas. Eso genera una
gran desorientación entre padres y estudiantes a la hora de escoger la carrera
universitaria y muchos cursos acaban con apenas un puñado de estudiantes
matriculados. La Universidad tiene demasiadas puertas abiertas”, asegura en el
informe Josep Joan Moreso, presidente de la Agència per a la Qualitat del Sistema
Universitari de Catalunya. Un estudio de la conferencia
de rectores (CRUE) de 2015 ya dejó
constancia del grave problema de la creciente oferta de titulaciones pese al
reducido número de nuevos estudiantes.
En estudios de
primer y segundo ciclo y grado
Fuente: Ministerio de
Educación. EL PAÍS
El hecho de que esa
subida de titulaciones haya coincidido con el recorte en la financiación de las
universidades es otro de los puntos señalados en el informe, que cuestiona la
calidad de esas carreras lanzadas en un momento crítico. Las universidades
perdieron 4.520 millones de euros de inversión entre 2010 y 2015, según los
cálculos de la CRUE. Como consecuencia, se redujeron las plantillas (5.000
profesores menos), y las tasas universitarias se incrementaron hasta un 47% en
algunas comunidades.
¿Cómo se explica la
carrera de las universidades por ofrecer tantos títulos? El modelo actual de
financiación da más recursos a los campus con más alumnos y más grados. “Al
final se acaban creando titulaciones de difícil justificación más allá de
garantizar la supervivencia de algunos departamentos”, señala en el estudio
Joan Elias, rector de la Universidad
de Barcelona, que lamenta la falta de planificación y coherencia en el mapa de
grados y la inflación de títulos.
Para Juan Hernández
Armenteros, experto en el sistema universitario español, el problema es que la
oferta de nuevos títulos no ha ido acompañada del cierre de otros más antiguos
que se han quedado sin demanda. “Hay un despilfarro de recursos muy elevado”.
Una de las conclusiones del estudio se refiere precisamente a ese punto. “Es
muy probable que si una sola universidad aumenta su oferta consiga mayores
recursos de las Administraciones. Pero si todas lo hacen a la vez, el único
resultado esperable es un aumento de los costes. Con los mismos recursos y
mayores gastos, es difícil que la calidad no se resienta”.
Otra de las grandes
críticas es el planteamiento y los contenidos que conforman los grados. Según
los autores del informe, lejos de ofrecer una formación básica y generalista
para dotar a los alumnos de herramientas que actualicen sus conocimientos a lo
largo de la vida y asegurar así su empleabilidad a largo plazo, las nuevas
titulaciones tienen contenidos demasiado especializados. “Los primeros años de
carrera han de servir para que los alumnos adquieran un grado de madurez a
partir de unos conocimientos y habilidades que perduren, y posteriormente,
especializarse”, opina Francesc Torres, rector de la Universidad
Politécnica de Cataluña.
Fuente: Ministerio de
Educación. EL PAÍS
Salida a Bolsa
La Universidad
privada en la última década ha ganado 75.000 alumnos de grado —muchos
matriculados en enseñanzas online—. Los motivos
son diversos; muchas empresas han reclamado abrir campus —en Madrid se acaba de
dar licencia a tres— y hasta la Universidad Internacional de La Rioja (online) acaba de salir a Bolsa con gran éxito. De los 285 nuevos
grados que imparten desde el curso 2010-2011, 112 se corresponden con centros
de nueva creación.
Su éxito se debe a
que ofertan en gran medida carreras de Ciencias de la Salud —como Medicina,
Odontología o Farmacia— con unas notas de acceso muy bajas a diferencia de las
exigidas en los centros públicos. La excepción es la Universidad de Navarra,
donde las pruebas de acceso son muy duras. “Si tienes para pagar 12.000 euros
al año tu hijo puede estudiar Medicina con un simple cinco en Selectividad”,
lamentan fuentes de la pública.
Juan Romo, rector
de la Universidad Carlos
III, no sufre la sangría de alumnos. Su campus tiene la tasa de admisión
más alta de toda España, y cubre todas sus plazas en julio con una nota media
que no baja nunca del 7,5. Atribuye la bajada de alumnos de la pública, en
parte, a la demografía pero también recuerda que la universidad, como servicio
público que es, debe ofrecer también títulos con poca demanda, por ejemplo
Filología Clásica. Romo cree que la clave está en “orientar bien los nuevos
grados que se programan para que sean creativos”, y no copiar los que ya
existen. En sus cuatro años de su primer mandato —comienza ahora el segundo—
han nacido ocho nuevos títulos en la Carlos III. “Con Gregorio Peces Barba nos
inventamos los títulos dobles —Derecho y Económicas, por ejemplo— y ahora los
integrados, concebidos para recibir una formación integral. Y luego tenemos los
duales, en los que puedes elegir las asignaturas que quieras de la misma área
de conocimiento los dos primeros años”. “La base con la que llegan los alumnos,
y lo refleja el informe PISA, no está bien asentada y es lo que hay que hacer
en el grado. Para especializarse ya existe el máster”, opina Romo.
El informe del
independiente Observatorio del Sistema Universitario sostiene e que las clases
impartidas en inglés deberían someterse a una auditoría para evaluar su
calidad. “El profesor no está obligado a tener un inglés con la calidad
lingüística exigible para la docencia universitaria, ni generalmente se ha
sometido a prueba alguna que lo evalúe”.
Las clases en inglés son fundamentales para atraer alumnado extranjero. Un alto porcentaje de foráneos es un buen indicador de la calidad de una universidad y, además, permite captar más recursos, porque los extracomunitarios pagan la matrícula completa.
Juan Romo, rector
de la Universidad Carlos III, opina que faltan grados impartidos en inglés en
los campus públicos. “Los chicos que han estudiado en centros bilingües en el
colegio y el instituto no tienen luego dónde seguir estudiando el grado en
inglés”, reflexiona. Su campus oferta casi todos los títulos —salvo algunos de
humanidades o ciencias sociales— por completo en inglés o con un modelo
bilingüe.
En 2013, Bruselas
propuso impartir en la lengua franca clases en los campus para seducir a los
extranjeros porque en 2030 se habrán cuadruplicado los estudiantes
internacionales.
Foto principal: Alumnos en la Universidad Autónoma de Madrid. SANTI BURGOS
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