En un texto dirigido al mandatario venezolano detallan sobre la caída en el desempeño de la economía en los años anteriores y el desagravio en el ingreso promedio de los ciudadanos
Un grupo
de profesionales en el área económica y profesores de distintas universidades
del país expresó su posición ante el deterioro de las condiciones de los
venezolanos y de las erradas políticas aplicadas por el presidente Nicolás
Maduro en materia económica.
En un
texto dirigido al mandatario venezolano detallan sobre la caída en el desempeño
de la economía en los años anteriores y el desagravio en el ingreso promedio de
los ciudadanos.
En el
documento responsabilizan al jefe de Estado por el detrimento en el aparato
productivo de la nación y en la caída de los ingresos por exportación de
petróleo.
También
criticó la aplicación del control de cambio y reiteró que estas medidas deben usarse
como emergencia para detener fugas de capital y protección de la moneda local,
contrario a lo que se ha implementado desde febrero de 2003.
A continuación puede leer el comunicado completo
Ante la grave situación que aqueja hoy al pueblo
venezolano:
Carta abierta al presidente Nicolás Maduro
Carta abierta al presidente Nicolás Maduro
En nuestra
condición de profesionales de la economía, nos dirigimos a Ud. preocupados por
la crisis por la que atraviesa el país. Nos alarma el rápido deterioro que ha
experimentado el bienestar de la población desde 2014, particularmente durante
el año recién concluido. El ejercicio de la Presidencia de la República, máxima
responsabilidad ejecutiva en la conducción de los asuntos públicos, no puede
ser ajeno a esta angustia. Esperamos que, consciente de este deterioro, Ud.
entienda la imperiosa necesidad de tomar las medidas que permitan superar
cuánto antes esta situación.
Su
gobierno acaba de entregar a la Securities Exchange Comission (SEC) de los
EE.UU. un informe sobre el desempeño de la economía venezolana en 2016. En él
se recoge una caída del 16,5% con respecto
al año anterior (2015), el tercer año consecutivo de contracción según cifras
oficiales. La mayoría de los analistas estiman una reducción adicional del PIB
entre el 10 y el 12% para el cierre de 2017, lo que implicaría una contracción
del ingreso promedio por habitante del 37% con respecto a 2012, último año en
que este indicador experimentó crecimiento. La historia moderna registra
reducciones de tal magnitud y tan abruptas, solo en medio de cruentas guerras
que devastan la producción y el comercio.
Este
colapso de la actividad económica no sorprende al observar los datos sobre
inversión que registra el informe que su gobierno remitió a la SEC. La
formación bruta de capital fijo cayó en un 38,4% en 2016 y en un 63% con
respecto a 2012. Tan bajos niveles de inversión amenazan descapitalizar el
aparato productivo doméstico al no poder reponer adecuadamente la depreciación
de activos. Ello refleja un ambiente muy adverso a la actividad económica durante
su gestión, que se traduce en una reducción de la capacidad productiva de la
nación, una caída en la productividad laboral y la ausencia de oportunidades
para ponerse al día con los avances tecnológicos por medio de nuevas
inversiones.
El informe
mencionado registra una brecha entre los ingresos y gastos del sector público
consolidado de más del 17% del PIB para 2016 y un déficit promedio del 14%
durante los cuatro primeros años de su gobierno. A esto ha contribuido el
incremento de la deuda externa, la pérdida de ingresos fiscales de origen
petrolero por las distorsiones en el régimen cambiario y la expansión
imprudente del gasto público.
Como Ud.
sabe, esas brechas se han podido cerrar sólo mediante la emisión de dinero sin
respaldo por parte del Banco Central de Venezuela (BCV). Según el Instituto
Emisor, tal financiamiento --a las empresas públicas no financieras-- se
multiplicó por 30 durante estos primeros cuatro años de su gobierno, aumentando
en 14 veces la Liquidez Monetaria.
Lamentablemente,
esta perniciosa práctica se aceleró durante 2017. El BCV informa haber
multiplicado el financiamiento referido más de 22 veces a lo largo del año. En
total, esta emisión de dinero sin respaldo se ha incrementado 667 veces desde
que Ud. asumió el cargo de Presidente, mientras que la liquidez monetaria se ha
multiplicado por 162 durante ese período. Es imperativo poner coto a esta
emisión inflacionaria si se quiere estabilizar los precios de los bienes y
servicios en el mercado doméstico y defender el poder adquisitivo de los
venezolanos. Para ello es menester sanear las cuentas públicas de manera de
poder reducir su déficit.
Por sus
elevadas responsabilidades en la conducción del país Ud. tiene que saber que
una expansión de medios de pago de esa magnitud, mientras la oferta agregada
decae, repercute en una presión alcista sobre los precios, imposible de
contener. Asimismo, que la inflación comprime la capacidad adquisitiva de los
asalariados y de todo aquel que perciba una remuneración fija. De hecho, el
informe que su gobierno entregó a la SEC revela una caída en el consumo privado
del 29,3% entre 2013 y 2016, una reducción del 32,1% por habitante.
Como el
Instituto Emisor incumple su deber de informar mes a mes las estadísticas de
precios e inflación, tal responsabilidad la tuvo que asumir la Comisión
Permanente de Finanzas de la Asamblea Nacional.
Utilizando
la misma metodología que el BCV, sus cálculos arrojan una inflación para 2017
del 2.616%, por mucho la más alta del mundo. En tales circunstancias, la pretensión
de compensar el aumento en el costo de vida de los venezolanos decretando
incrementos en el Salario Mínimo Legal es una carrera perdida. Con el ajuste
que Ud. decretó el 31 de diciembre, su poder adquisitivo para comienzos de 2018
es apenas la tercera parte de lo que era al cierre de 2016 y un 80% más bajo
que cuando Ud. asumió la Presidencia. Sus ministros y asesores le han tenido
que informar, además, que subir por decreto la remuneración salarial cuando cae
la productividad es combustible seguro para más inflación. Todo hace pensar,
entonces, que la depresión en los niveles de consumo haya sido aún mayor
durante 2017 que lo padecido en 2016. Tan lamentable secuela indica que el
deber más importante que le toca Ud. Cumplir en lo inmediato como Presidente es
atajar la caída en el nivel de vida de los venezolanos, atacando frontalmente
las causas de la inflación.
Ud. está
en la obligación de saber que las penurias por las que atraviesa la economía no
se deben solo a la caída en los ingresos por exportación de petróleo. Ésta se
presentó a partir del último trimestre de 2014, pero en los primeros trimestres
de ese año el precio del barril de exportación venezolano superó los USD 100.
No obstante, la economía se contrajo ese año en 3,9%. Adicionalmente, en años
anteriores se venían acentuando los desequilibrios macroeconómicos, reflejados
en crecientes déficits del sector público, fuga de capitales, desabastecimiento
e inflación. Por ende, además de la necesidad de mejorar el desempeño de la
industria petrolera venezolana en el actual contexto adverso de bajos precios,
es menester revisar las políticas económicas.
Ud. no
puede desconocer que las carencias actuales están estrechamente vinculadas al
intento de trasplantar un modelo que ha demostrado ser pernicioso para
economías en vías desarrollo y, en consecuencia, al manejo inapropiado de las
políticas públicas. Todo gobernante debe saber que, en economía, los resultados
dependen de los incentivos. Lamentablemente, en Venezuela el camino tomado ha
sido el de desconocer principios fundamentales del quehacer económico,
acentuando el intervencionismo del Estado en la economía, expropiando empresas
que luego languidecen y cierran, e incrementando controles de todo tipo sobre
la vida pública y la iniciativa privada. Entre los controles más nefastos están
los instrumentados sobre el mercado de divisas y sobre los precios, con graves
consecuencias para las actividades productivas y comerciales, y sobre el
bienestar de la población.
El control
de cambio debe aplicarse como medida de emergencia para detener fugas de
capital que amenacen la estabilidad de la economía, proteger la moneda local y
resguardar las Reservas Internacionales del país. Una vez restablecidos la
confianza y los equilibrios económicos, debe levantarse. Contra toda lógica
económica, en Venezuela se ha mantenido desde su implantación en febrero de
2003, con resultados totalmente contrarios a lo que deberían ser sus fines,
incluso cuando el país experimentó la mayor bonanza petrolera que recuerda su
historia. Entre 2003 y 2016 salieron por las cuentas Financieras y de Capital y
de Errores y Omisiones de la balanza de pagos, USD 155,4 millardos, más de ocho
veces lo egresado en los cuarenta años entre 1959 y 1998. Por su parte, el
valor del bolívar a la tasa oficial de cambio DIPRO actual, es apenas una sexta
parte del que tenía en febrero de 2003. Fuera de las cotizaciones oficiales, se
redujo a menos de 0,000016 del de 2003. Y las Reservas Internacionales habían
disminuido, para finales de 2017, en una tercera parte respecto del monto
existente cuando se implantó el control de cambio, la cifra más baja desde
1989.
El control
de cambio ha perjudicado a la economía, asfixiando severamente el aparato
productivo y los niveles de consumo de la población. A la vez, el enorme
diferencial entre el precio de la divisa a la tasa oficial y la que resulta del
llamado “mercado paralelo” estimula abiertamente la corrupción, desviando
divisas escasas que deberían atender las necesidades de la población y del
aparato productivo interno.
Por su
parte, los controles de precio de bienes y servicios en el mercado interno
destruyen la competencia, afectan la rentabilidad y desestimulan las
inversiones. Lejos de contener el alza en los precios, este sistema ha
contribuido a propagar la mayor inflación del mundo en los últimos cuatro
años.
Junto a
las leyes punitivas que lo acompañan, propician prácticas de extorsión a
comercios e industrias que perjudican aún más la actividad económica. Este
acorralamiento de la economía doméstica aumentó la dependencia de las
importaciones, que se cuadruplicaron entre 1998 y 2012. Hoy, con la caída en
los ingresos por exportación de petróleo y la incapacidad de conseguir
financiamiento externo, estas políticas han dejado a la población expuesta a un
severo desabastecimiento. Tal situación se ha agravado por la quintuplicación
de la deuda pública externa entre 2006 y 2016, resultando en un abultado
servicio de la misma que sólo ha sido posible honrar deprimiendo aún más las
importaciones, con graves consecuencias para el consumo interno.
La
situación descrita, de la cual Ud. debe estar al tanto por los reportes que,
presumiblemente, le entregan sus ministros y asesores, obliga a introducir
importantes correctivos para evitar que sigan deteriorándose las condiciones de
vida de los venezolanos, con tan graves secuelas. Primordial entre estos
correctivos están las políticas que reduzcan de inmediato la inflación y
alivien la asfixia del sector externo que tiene postrada a la economía. En
función de ello, la negociación de un financiamiento externo con organismos internacionales
es imperativo. El financiamiento multilateral ofrece términos ventajosos de
plazo y tasas de interés, y posibilita, además, una reestructuración provechosa
de la deuda. Tal financiamiento permitirá unificar el tipo de cambio para que
refleje la verdadera capacidad adquisitiva del bolívar en divisas, con lo cual
se abarataría significativamente la mayoría de los bienes que hoy se importan.
Asimismo, proveería recursos con los cuales emprender el saneamiento de las
cuentas públicas, crucial para abatir la inflación y compensar a los sectores
que pudiesen verse afectados adversamente por la sinceración de algunos
precios.
Estos
recursos, acompañados del levantamiento de los controles y de las leyes
punitivas, propiciarán la recuperación rápida del aparato productivo, que hoy
trabaja a sólo una tercera parte de su capacidad.
Al
importarse insumos y equipos a una tasa de cambio competitiva podrá
aumentarse rápidamente la oferta doméstica, reducirse la dependencia de
lo importado y generar empleo productivo, cada vez mejor remunerado en la
medida en que se profundicen las condiciones favorables a la reactivación
económica.
Con
garantías jurídicas a la propiedad y para procesar controversias, Venezuela
habrá de atraer de
nuevo
inversiones extranjeras, como lo hacen otros países de América Latina, e
incrementar sostenidamente sus exportaciones, tan importantes para suplir las
divisas que requiere para su desarrollo. Ud. tiene que saber que, con reformas
de esta naturaleza, Venezuela podrá reinsertarse de nuevo en los mercados
financieros internacionales y obtener préstamos en los momentos
requeridos.
Particular
importancia tiene el rescate de PDVSA, que hoy experimenta un colapso que ha
reducido su producción a sólo un millón 837 mil barriles diarios, en noviembre
de 2017, 40% menor al de su primer año de gobierno, y somete al país a la
recurrente escasez de lubricantes e, incluso, de gas y gasolina.
Este
colapso priva, además, al resto de la economía del impulso por vía del consumo
intermedio de bienes y servicios nacionales que realiza la industria petrolera,
y la hace aún más vulnerable a los vaivenes en sus precios. Un tipo de cambio
competitivo, la sinceración en los precios de los combustibles en el mercado
doméstico y el pase de los programas sociales que hoy financia la empresa a los
órganos de gobierno competentes, mejorará sin duda su desempeño. Junto con la
necesaria flexibilización del marco institucional que regula el sector, deberá
traducirse en nuevas inversiones por parte de firmas especializadas que
contribuyan con la recuperación de la industria petrolera.
Ud. tiene
que entender que, ante la terrible situación que vienen padeciendo los
venezolanos, una hiperinflación desatada, unos sueldos que han perdido
drásticamente su capacidad adquisitiva y las penurias asociadas a la falta de
medicamentos y al deterioro en los servicios de salud, es absolutamente
inadmisible pretender obviar las reformas que el país requiere –las que, como
hemos argumentado, mejorarían rápidamente las condiciones de vida de la
población— con el dislate de una supuesta “guerra económica”. Alegar esa
figura, que se inventó en un momento para cosechar réditos políticos, no tiene
justificación alguna en momentos en que la población padece de necesidades que
no se veían desde que Venezuela empezó a exportar petróleo.
Los
programas de reparto como el de los Comités Locales de Abastecimiento y
Producción (CLAP) no pueden ser el único recurso para paliar la situación de
pobreza en que han caído la mayoría de los venezolanos. El Estado no cuenta con
los recursos para cubrir cabalmente este subsidio y su distribución no se da
con una frecuencia segura y llega sólo a una parte reducida de la población que
la requiere, a la par que, en muchos casos, excluye a los pobres que no apoyan
el gobierno. Además, se presta a prácticas de reventa a precios muy superiores
por quienes controlan esta distribución. Por otra parte, la inflación desatada
erosiona cada vez más el valor real de las transferencias que hace el gobierno
a través del llamado “carnet de la patria”. La mejor política social en estas
circunstancias está ligada al éxito que se tenga en el combate de la inflación,
a la generación masiva de empleos productivos y a un buen programa de subsidios
directos para la población más vulnerable.
Ud. sabe
que el cambio que devolvería a los venezolanos las posibilidades de mejorar sus
condiciones de vida implica enfrentar a poderosos intereses que se han
atrincherado en los nodos de decisión del Estado para aprovecharse de los
diferenciales de precio que resultan de los controles, de la extorsión que
propician leyes punitivas, del llamado “contrabando de extracción” y de la
ausencia de transparencia y de rendición de cuentas en el manejo de los
recursos del Estado. La única manera de acabar con tan destructivo flagelo es
restituir cabalmente el ordenamiento constitucional que debe regir la
República, con las garantías propias del Estado de Derecho y del equilibrio de
poderes, respetando las potestades de supervisión y control por parte de una
Asamblea Nacional pluralista, y descentralizando las decisiones en
gobernaciones y alcaldías, conforme a lo dispuesto en la Carta Magna. Intentos
de imponer decisiones de manera unilateral y arbitraria por organismos no
representativos sólo habrán de agravar la situación, a la vez que invitan a
desenlaces indeseables, fuera del marco constitucional.
Sr.
Presidente, para estos comienzos de 2018, Ud. enfrenta la tarea insoslayable de
implantar las medidas de política para permitir la recuperación de condiciones
de vida dignas y cada vez más provechosas para la población. Las
manifestaciones de descontento son crecientes y el país clama por estos
cambios. Ningún venezolano merece escarbar la basura o mendigar para encontrar
qué comer. A Ud. no le queda más remedio que romper con los intereses creados
en torno a la economía de controles y del uso discrecional, sin rendición de
cuentas, de los recursos públicos, que ha desangrado al país.
No hacerlo
no tendrá perdón alguno ante sus compatriotas ni ante la historia.
Los abajo firmantes manifestamos nuestra disposición a
contribuir con la prosecución de tan imprescindible propósito.
Firman:
Alejandro
Gutiérrez, Profesor Titular, ULA, Miembro Correspondiente por el Estado Mérida,
Academia Nacional de Ciencias Económicas
Douglas
Jatem, Miembro Correspondiente por el Estado Falcón, Academia Nacional de
Ciencias Económicas
Eduardo
Ortiz Felipe, Tesorero, Academia Nacional de Ciencias Económicas
Haydée
López, Individuo de Número, Academia Nacional de Ciencias Económicas
Héctor
Malavé Mata, Profesor Titular, Individuo de Número, Academia Nacional de
Ciencias Económicas
Héctor
Silva Michelena, Profesor Titular, UCV, Individuo de Número, Academia Nacional
de Ciencias Económicas
Humberto
García Larralde, Profesor Titular, UCV, Presidente, Academia Nacional de
Ciencias Económicas
José
Rafael Zanoni, Profesor Titular, UCV, Individuo de Número, Academia Nacional de
Ciencias Económicas.
Luis
Zambrano Sequín, Profesor Titular, UCAB, Individuo de Número, Academia Nacional
de Ciencias Económicas.
Pedro
Palma, Profesor Titular IESA, Individuo de Número, Academia Nacional de
Ciencias Económicas.
Pola
Ortiz, Profesora Titular, UCV, Vice Presidente, Academia Nacional de Ciencias
Económicas.
Sary Levy,
Profesora Titular, UCV, Secretaria, Academia Nacional de Ciencias Económicas.
Urbi
Garay, Profesor Titular del IESA, Individuo de Número Academia Nacional de
Ciencias Económicas.
Adeli
Graterol Urbina, Profesora, ULA
Adicea
Castillo, Coordinadora Postgrado, Directora del CEAP, FaCES, UCV
Adolfo
Pérez, Profesor Emérito de la Universidad del Zulia, investigador y Magister
Scentiarium en Macroeconomía y Planificación del Desarrollo
Adrián
Aguirre, Profesor de Teoría Económica, UCV – Consultor
Alberto Castellano
Director del Instituto de Investigaciones Dionisio Carruyo, FCES, LUZ, Profesor
titular LUZ, Individuo de Número, Academia de Ciencias Económicas del Estado
Zulia.
Alberto
Castellano. Prof. Investigador. Director IIE FCES. LUZ. Tesorero, Academia de
Ciencias Económicas del Estado Zulia
Albio
Márquez, Profesor FACES ULA
Alejandro
Grisanti Capriles, Prof. UCAB, Consultor
Alexis
Aponte, Profesor del Post Grado de FACES-UCV
Alexis
Vivenes, Economista
Alfredo
Rincón. R. Ex presidente Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia,
Prof. Emérito LUZ
Alicia
Sepúlveda, Economista investigadora
Amalia
Lucena, Profesora Titular, UCV
Ángel
Alvarado, Economista, Diputado Asamblea Nacional
Arturo
Meléndez Rodríguez, Economista
Arturo
Navarro Prof. Emérito UNELLEZ
Asdrúbal
Oliveros, Profesor UCV, Consultor
Asnaldo
Soto, Economista.
Bárbara
Rodríguez, Profesora jubilada, UCV
Brian
McBeth, Affiliate Member, Latin American Centre, University of Oxford
Carlos
Ramones. Individuo de Número Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia,
Prof. Emérito LUZ
Carlos
Peña, Director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales "Dr.
Rodolfo Quintero"-UCV
Christi
Rangel Guerrero, Profesora Titular, ULA
Daniel
Anido R., Profesor, Faces ULA
Douglas
Ramírez, Economista
Douglas
Romero, Presidente Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. Prof.
Emérito, LUZ
Douglas
Ungredda, Profesor CEAP, UCV
Edinson
Jiménez. Prof. Emérito LUZ. Individuo de Número, Academia de Ciencias
Económicas del
Estado
Zulia.
Edinson
Morales, Economista, Prof. Emérito LUZ
Eduardo
Ortiz Ramírez, Economista. Profesor Titular UCV
Emanuel
Borgucci. Prof. Investigador FCES, LUZ. Bibliotecario, Academia de Ciencias
Económicas del Estado Zulia.
Ernesto
Fronjosa, Profesor Titular e Investigador, UNIMET.
Flor
Angélica Pereda - Doctoranda en Economía UCV
Freddy
Piña, Economista
Genry
Vargas C., Ex Rector ULA, Profesor Titular, FACES.
Gerardo
Nava, Economista
Héctor
Yánez, Profesor postgrado FaCES, UCV
Igor
Hernández. Profesor Adjunto. Centro Internacional de Energía y Ambiente. IESA
Irene
Layrisse de Niculescu. Profesor Titular UCV
Jennifer
Fuenmayor. Secretaria Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. profa.
Titular LUZ
Jorge
Fernández, Economista, Prof. Emérito LUZ
Jorge
Sánchez Meleán Prof. Emérito LUZ. Individuo de Número ACEEZ
José U.
Mora, Profesor Asociado, Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, U.
Javeriana.
Jóvito
Alcides Villalba Vera, Economista
Juan
Carlos Delgado Lobo, Profesor ULA
Juan
Cristóbal Nagel, Profesor, U de los Andes - Chile
Juan
Misle, Economista
Juan
Plaja, Profesor Titular, UCV
Julia
Pereira Rivero, Abogado, Economista
Julio
Flores Menessini, Ex vicerrector Administrativo ULA
Leonardo
Maldonado, Consultor Banco Interamericano de Desarrollo
Leonardo Vera,
Profesor Titular, UCV
Luis
Alberto Crespo, Profesor UCV
Kamal
Romero, Profesor Universidad Cardenal Cisneros, Madrid, España
María A.
Alizo. Profa. Titular, Investigadora FCES LUZ
Marisela
Cuevas Sarmiento, Profesora – Investigadora, Escuela de Economía, UCLA
Midas Villasmil Economista
Miguel Ángel Santos, Adjunct Professor of Public
Policy, Center for International Development, Harvard University
Miguel
Molero, Economista, columnista y analista político
Natan
Lederman, Profesor Investigador Titular de Economía, UNIMET
Néstor
Castro Barrios. Ex presidente Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia,
Prof. Emérito LUZ
Néstor
Romero Méndez, Prof Emérito LUZ, Miembro Academia de Ciencias Económicas del
Estado Zulia.
Neuro
Villalobos R. Ex Rector LUZ. Ex Presidente, Academia de Ciencias Económicas del
Estado Zulia.
Omar
Zambrano, Profesor UCV, Consultor
Oscar
Eduardo Fernández Profesor ULA
Oscar
Meza, Director del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación
Venezolana de Maestros CENDAS-FVM
Oswaldo
Rodríguez L., Profesor Agregado, FACES, UCV
Pedro
Alejandro Abreu. Profesor de desarrollo económico-UCV
Pedro Rosas Bravo, Research Fellow, Center for
International Development, Harvard University
Rafael
Ávila, Profesor, Decano, UMA
Rafael
Cartay Angulo. Profesor Jubilado FACES ULA
Rafael
Gustavo Miranda, Prof. FACES ULA
Rafael
Piña P. Ex presidente Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia, Prof.
Emérito LUZ,
Miembro
del Consejo Nacional de Economía
Ramón Peña Ojeda, Economista
Ricardo Hausmann, Director, Center for International
Development, Harvard University
Ricardo
Villasmil, Profesor IESA
Roberto
Casanova, Profesor UCAB, Director de Liderazgo y Visión
Rodrigo
Peraza, profesor UCV, Jefe del Área de Desarrollo Económico, CENDES
Ronald Balza,
Decano Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, UCAB
Silvia
Salvato F., Economista UCV, Consultor Externo y Profesor Invitado del Instituto
de Estudios
Superiores
de Administración. IESA
Tamara
Herrera, Economista, Consultora.
Thessaly
González. Profesora Titular, LUZ, Vicepresidente, Academia de Ciencias
Económicas del Estado Zulia.
Víctor
Álvarez, Ex ministro de Industrias Básicas, Consultor
Nota de Prensa / José Alejandro Urdaneta / Maracaibo / jurdaneta@laverdad.com
http://www.laverdad.com/economia/134933-economistas-expresan-preocupacion-por-crisis-venezolana.html
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