La reforma universitaria de Córdoba, Argentina, de 1918 está
cumpliendo cien años. Aquel fue un acontecimiento capital en la historia no
sólo de la universidad latinoamericana, sino, también en la historia
intelectual de nuestro continente
La reforma universitaria de Córdoba, Argentina, de 1918 está
cumpliendo cien años. Aquel fue un acontecimiento capital en la historia no
sólo de la universidad latinoamericana, sino, también en la historia
intelectual de nuestro continente. Desde el punto de vista de la Universidad
hay un antes y un después de Córdoba. Y en términos intelectuales, detrás del
movimiento estudiantil hay un complejo sistema de relaciones culturales e
ideológicas, que explican, o ayudan a explicar, su universalidad y proyección
continental. En realidad, se trata de la primera reforma que vive la
universidad latinoamericana desde sus orígenes coloniales y aquel ideario,
además de darle sello particular a nuestra organización universitaria de hoy,
en muchos aspectos mantiene aún su plena vigencia. ¿Cuál fue el ideario que
movió a aquella juventud y a aquellos profesores que los acompañaron?
Romper el monopolio
El escritor peruano y líder de aquel movimiento estudiantil,
Luis Alberto Sánchez, lo resume de la siguiente manera: 1) Devolver la
Universidad a la sociedad en que se desarrolla, lejos de prejuicios y
limitaciones de clase, casta o familia; 2) ponerla al alcance de las clases
desvalidas, haciendo flexible la asistencia y creando las cátedras libres y
paralelas, que compitan o sustituyan a las oficiales o inflexibles; 3) con el
fin de romper el monopolio familiar y oligárquico, ejercido sin discriminación
por un cerrado cuerpo de profesores, exigió la participación de los estudiantes
en el gobierno de las universidades; 4) para quebrantar la impermeabilidad de
un profesorado dogmático, ajeno a menudo a las variaciones de sus respectivas
disciplinas, propugnó la temporalidad de la cátedra, esto es, la revisión de la
idoneidad del profesor cada cierto número de años, que varió entre cinco y
diez; 5) contra la inmutabilidad de los programas y sistemas, alentó la
enseñanza en seminarios, coloquios y mesas redondas; 6) para hacer más fecunda
la acción de la Universidad, propuso inaugurar las Universidades populares,
estableciendo la obligación del estudiante de ser profesor de quienes supieran
menos que él, especialmente de obreros y campesinos; 7) impulsó
considerablemente la vinculación de la Universidad con los grandes problemas de
cada país o región; 8) abogó por una relación más estrecha entre las
universidades de América Latina.
El antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, resume en diez las
postulaciones básicas de la Reforma de Córdoba: 1) “El cogobierno estudiantil;
2) la autonomía política, docente y administrativa de la Universidad; 3) la
elección de todos los mandatarios de la Universidad por asamblea con
representación de los profesores, de los estudiantes y de los egresados; 4) la
selección del cuerpo docente a través de concursos públicos que aseguren amplia
libertad de acceso al magisterio; 5) la fijación de mandatos con plazo fijo
(cinco años generalmente) para el ejercicio de la docencia, solo renovables
mediante apreciación de la eficiencia y competencia del profesor; 6) la
gratuidad de la enseñanza superior; 7) la asunción por la Universidad de
responsabilidades políticas frente a la nación y la defensa de la democracia;
8) la libertad docente; 9) la implantación de cátedras libres y la oportunidad
de impartir cursos paralelos al del profesor catedrático, dando a los estudiantes
la oportunidad de optar entre ambos; 10) la libre asistencia a clases. En los
últimos veinte años del siglo XX se agregaron la elevación del nivel científico
del profesorado a través de una política de formación de postgrado y la mejora
de sus condiciones de vida.
Objetivos fundamentales
Para el filósofo peruano Augusto Salazar Bondy, cuatro podrían
ser los objetivos fundamentales que caracterizan el movimiento
político-académico de Córdoba:
a) abrir la Universidad a sectores más amplios de alumnos, sin
consideración de su origen y posición social, y facilitar en todo lo posible el
acceso de estos sectores a las profesiones y especialidades, de donde se derivó
la reivindicación de la asistencia libre en beneficio de los estudiantes que
trabajan;
b) dar acceso a la enseñanza a todos los intelectuales y
profesionales competentes, sean cuales fueren sus ideologías y sus
procedencias, de donde proviene la cátedra libre y la periodicidad del contrato
profesional;
c) democratizar el gobierno universitario, de donde proviene
la participación estudiantil y la representación de los graduados; y
d) vincular la Universidad con el pueblo y la vida de la
nación, de donde se derivó la publicidad de los actos universitarios, la
extensión cultural, las Universidades populares y la colaboración
obrero-estudiantil. Solo estas tres visiones nos dan material suficiente para
valorar la trascendencia de aquel movimiento centenario. Volveremos sobre
el tema.
Diario El Universal, C.A.
09/04/2018 05:00 am
REINALDO ROJAS
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