Ciudadanos
Ingº. Leonardo Briceño
Presidente y demás miembros del Concejo Municipal del
Municipio Libertador.
Ciudadanos Condecorados en este día.
Ciudadanos Representantes de los medios de comunicación
Social; Señores y Señoras.
En ésta solemne fecha coinciden dos efemérides de suma importancia para el país:
1)
La promulgación de la Ley de Universidades
vigente
2) El día del Profesor Universitario.
La primera aprobada
por el Congreso Nacional y promulgada el 5 de diciembre de 1958, y la
segunda por acuerdo de la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUV) en el
año 1991.
Un breve recuento histórico
De la ley,
podemos decir que es el resultado de un proceso histórico que, junto al
concepto de autonomía,
se han caracterizados por ser cambiantes y se han adaptado a las distintas
situaciones que ha sufrido la sociedad venezolana a lo largo de su historia. Ha
sido un proceso iniciado desde la época colonial, y desarrollado durante los
siglos XIX, XX y en lo que va del presente (XXI). Sobre la autonomía,
permítanme adelantar una curiosa observación: quienes en el pasado eran vehementes defensores de la autonomía
universitaria, una vez que tomaron el poder se han convertido en enemigos
abiertos, generalmente con mucho encono, que supera, y por mucho, la vehemencia
con que antes la defendían.
Como
se sabe universidad venezolana y latinoamericana tuvo su origen en la
universidad colonial real y pontificia. Sin embargo, en 1827, ya consumada la
Independencia, el Libertador Simón
Bolívar como Presidente de la Gran Colombia, sentó las bases de la Universidad
Republicana, con los Estatutos decretados para la Universidad Constitucional de
Caracas, hoy Universidad Central de Venezuela. El decreto de Bolívar, sustentado
por el eximio Dr. José María Vargas, estableció los planes de estudio par a las diversas facultades y, algo de suma
importancia, establecieron las bases de las rentas propias que debían servir de
sustento económico a la institución, otorgándoles propiedades territoriales
como las haciendas de Chuao, Cata, la Concepción, Ovalles y El Rincón, en la
zona de Ocumare de la Costa; la hacienda de caña de azúcar Suárez, en
Caraballeda; las haciendas San José y Santa Teresa, en los Valles del Tuy,
productoras de café y caña de azúcar. Además de ello, también disfrutaba de
rentas fijas por distintos conceptos y de varios terrenos, solares y alrededor
de veinte casas en Caracas, Valencia y otras localidades (Leal, 1981: 176-180).
Con tal volumen de rentas le bastaba y le sobraba para atender los gastos
relativos a salarios y funcionamiento, ya que su matrícula habitual apenas
superaba los tres centenares de estudiantes. Por eso, como dato curioso, la UCV fue una institución boyante y autosuficiente
en lo financiero, al punto de conceder varios empréstitos al poder Ejecutivo
Nacional.
Entre
otras innovaciones, el Estatuto estableció
aumento de sueldos para los Profesores Universitarios, la eliminación del
odioso procedimiento de seleccionar los alumnos por el color de la piel,
reducción del costo de los derechos a pagar para obtener el título
universitario y la sustitución del latín por el castellano como idioma de
estudio.
En
1849, el General José Tadeo Monagas,
promulgó una ley en la que: no podían proveerse cátedras en personas desafectas
al Gobierno republicano. Según el Catedrático Alexis Márquez Rodríguez, la acción de Monagas, constituye la primera
agresión contra la autonomía universitaria, debido a que dicha ley permitió
la injerencia del gobierno en el régimen universitario, específicamente en
cuanto al nombramiento y remoción de los catedráticos. Esta ley fue derogada en
1858 por la llamada Revolución de Marzo.
El
General Juan Crisóstomo Falcón, restituyó
la Ley de Monagas, se reservó todos los nombramientos de las cátedras en
propiedad hasta 1866; no canceló las
deudas del Gobierno con la Universidad, y le quitó a la Universidad el edificio
de San Jacinto, para convertirlo en un mercado, y la parte central del ex
convento de San Francisco.
Durante el Gobierno del General Antonio Guzmán Blanco, se
produjo la mayor agresión contra la autonomía universitaria. Guzmán despojó a las universidades de sus
bienes propios, obligándolas a la venta de todas sus propiedades urbanas y
rurales, estableciendo que en lo sucesivo los
gastos universitarios se cubrirían con los fondos asignados del Presupuesto
Nacional. Allí comenzó este sistema de financiamiento, que a nuestro entender
mediatiza, entraba y aniquila el sistema autonómico. La Universidad quedó a
merced del Ejecutivo en lo tocante a la disponibilidad de sus recursos financieros
con mengua de su autonomía, no obstante de estar consagrada
constitucionalmente.
Durante
el Gobierno dictatorial del General Juan
Vicente Gómez, el dominio sobre las universidades fue absoluto hasta bien
entrado el siglo XX.
La Junta
Revolucionaria de Gobierno de Venezuela, presidida por Rómulo Betancourt, asumió las notables deficiencias que habían
incapacitado a las Universidades para servir su noble finalidad; por
cierto, dichas deficiencias habían sido denunciadas en forma insistente, y muy especialmente, por los sectores
profesorales y estudiantiles. El nuevo Rector de la UCV, Dr. Juan Oropesa,
designó una Comisión encargada de elaborar un proyecto de Estatuto
Universitario. Dicha Comisión la integraron los Doctores Rafael Pizani, Eduardo
Calcaño, Raúl García Arocha, Francisco Montbrún, Eugenio Medina y el
representante estudiantil Br. Alejandro Osorio.
Esta fue la primera vez que se tomó en cuenta al estudiantado en
funciones relacionadas con el gobierno universitario. El proyecto
presentado por la Comisión contemplaba una amplia autonomía, sin embargo, la
saludable doctrina no fue acogida por la Junta Revolucionaria y, al promulgarse
el Decreto del Estatuto Orgánico de las Universidades Nacionales, se estableció
que el gobierno universitario estaría integrado por: los designados del Ejecutivo Federal, los representantes del
profesorado, los representantes de los estudiantes y por los representantes de
los egresados universitarios, pero no se especifica cómo se hace tal
representación. Además, el Rector, el
Vice-rector y el Secretario son de libre designación y remoción del ejecutivo
Federal; tampoco se aceptó la recomendación de asignar un 2% del Presupuesto
Nacional. Allí nació el Consejo Nacional de Universidades,
indicando que su función era mantener la unidad pedagógica, cultural y
científica de las Universidades Nacionales.
En
1951, Germán Suarez Flamerich, ferviente servil del dictador Pérez Jiménez, lo
dejó sin efecto El Estatuto Universitario y creó el Consejo de Reforma,
aplicado a la Universidad Central de Venezuela, como respuesta a la serie de
protestas por parte de la comunidad universitaria, destituyó a las autoridades
de la UCV, presidida por su Rector, Dr. Julio de Armas; para sustituirlo, se
llevó de Mérida al Dr. Eloy Dávila Celis, quién fue Rector de la ULA. Este
nombramiento fue rechazado por el estudiantado y la UCV se hizo ingobernable, lo
cual determinó la intervención del Gobierno Nacional y se ordenó su
reestructuración total. Se clausuró la UCV por tiempo indefinido, se destituyó
a 140 Profesores y se expulsó a 137 estudiantes, muchos
fueron encarcelados y otros enviados al exilio. Más de un año duró el cierre de
la UCV. Durante el período de la dictadura militar del General Marcos Pérez Jiménez se realizó toda una persecución contra
todos los miembros de la Universidad Central de Venezuela no afectos al
gobierno.
El cinco de diciembre de 1958 el Presidente de la Junta de
Gobierno y Profesor universitario de la UCV, Edgar Sanabria, decretó la Ley de
Universidades, reconociendo la autonomía universitaria en Venezuela, en su más
amplio sentido. Esta
concepción global e integral de la universidad en todos sus componentes fue
producto de la amplia visión universitaria que de manera extraordinaria
tuvieron quienes trabajaron en esa Comisión y redacción de la Ley de
Universidades, así como de haber compartido los ideales y aspectos
fundamentales de la concepción universitaria latinoamericana cuya génesis está
en el Movimiento de la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918.
Esta Ley, que hoy cumple 60 años, y que ha permitido a las
universidades trabajar en libertad, abierta a todo el pensamiento universal y
con autonomía plena, así como el derecho de administrar sus propios recursos, es
la indiscutible herencia del modelo de universidad surgido en Córdoba hace 100
años. De tal manera que el legado de Córdoba expresado, sin lugar a dudas en
nuestra Ley, llegó al país con 40 años de retraso, dadas las circunstancias ya
descritas. Por razones de tiempo, no voy a extenderme en detalles de la
implementación del modelo de Córdoba en Venezuela. Afortunadamente, el 18 de
junio pasado en el Simposio que pudimos celebrar con motivos de los 100 años de
Córdoba fue propicia la ocasión para las discusiones sobre esta materia. De
allí surgió un documento que presentaremos a todos mañana jueves 6 de
diciembre, y desde esta tribuna me permito el honor de invitarlos cordialmente. (Conversatorio en la
SPJ)
Al
parecer, ningún gobierno, cualquiera que sea su orientación ideológica, tolera
que una institución como la universitaria, a la que además financia, sea
crítica frente a las políticas oficiales. Es precisamente esa actitud, de ver a
las universidades, como enemiga y no como aliada, lo que conlleva a que la
autonomía sea mal vista, tanto por los gobiernos de derecha como por los de
izquierda, y muy especialmente, como es de esperar, por las dictaduras, sean
del signo ideológico que sea. Ese comportamiento, encierra un miedo a la
democracia, miedo a la libertad, pero más que todo, el miedo a pensar. Por ejemplo,
el Fascismo es profundamente anti intelectual. A Hermann Göering (Ministro alemán
de Hitler), se le atribuye la frase: “cuando oigo hablar de cultura, saco el revólver.
¿A
dónde hemos llegado?
Hemos
descrito cómo en Venezuela los regímenes militares coparon el escenario
político, desde su nacimiento como República. Rafael Arráiz Lucca señala que: “…Toda
una generación de próceres de la independencia, pasando por encima de las
instituciones republicanas, buscaron el poder para sí, como si se tratara de
una deuda que la nación había contraído con ellos”.
Sin
embargo, ninguno con las características del presente, como lo expresa el Dr. Ángel
Carrera Damas: “Hay que decirlo, hasta el cansancio, lo que tenemos en Venezuela es un apoderamiento del Estado y el
asalto de la administración pública, a través de la vía democrática, por un
grupo de militares tradicionalistas, que tienen a su servicio a los
sobrevivientes del socialismo autocrático. Estamos
bajo el primer régimen genuinamente militar de la historia de Venezuela.”.
Sus héroes, todos son militares; sus efemérides, todas violentas y sangrientas. No se resalta
el avance que significó el liberalismo y la democracia en Venezuela.
Mientras esta desgracia nos agobia, producto de
unos pocos que ha han saqueado al país y siguen en su demencial empeño de
imponer un modelo totalmente fracasado, el mundo está avanzando con del dominio
de una tecnología que ha cambiado el mundo en los últimos años, más que
todos los cambios del milenio pasado y que va a cambiar la dinámica
política de las sociedades humanas a extremos que la imaginación no
alcanza a imaginar.
El
régimen, bien asesorado por cubanos, sabe que mientras subsista la estructura
republicana tienen que consultar al pueblo, y eso los pone en el trance de
querer anular la soberanía popular por vías autocráticas, como lo hizo con la
mal llamada “Asamblea Nacional
Constituyente”, donde se violaron preceptos constitucionales fundamentales,
y se creó una base comicial fuera de todo contexto legal. De igual modo, se ha
recurrido a invalidar a los partidos de oposición, inhabilitar a sus líderes, y
en varias oportunidades utilizan el manido intento de magnicidio, destinado a
provocar una reacción que justifique un decreto de emergencia. Afortunadamente,
la gente se ha burlado de tales triquiñuelas y la comunidad internacional está
consciente de su falsedad.
Ciertamente
han montado varios dispositivos para que la república se vacíe de contenido y
el poder siga en manos de la cúpula militar. Por su
parte, nuestros jóvenes estudiantes han demostrado su valentía, enfrentado a la
dictadura en las calles, con dolorosos saldos de presos, exiliados, heridos y
muertos. El país entero se está desangrando por la inmensa cantidad de
ciudadanos que diariamente abandonan el suelo patrio, en su gran mayoría
jóvenes que no ven posibilidades de una vida digna en Venezuela.
En
el caso de las universidades venezolanas, éstas han cumplido
funciones sumamente valiosas para el progreso nacional y de los venezolanos;
sin embargo, últimamente los postulados cordobeses sobre una universidad
autónoma, democrática, inclusiva y vinculada política y académicamente con la sociedad, que
traspase sus muros hacia la nación y el mundo globalizado, han tenido un proceso de deterioro paulatino,
porque el gobierno nacional las ha sometido a continuas agresiones para
inhabilitarlas con el acoso político, el
presupuesto crónicamente insuficiente y los salarios indignos; entre tanto, las autoridades universitarias,
con su pasividad, salvo lo declarativo, la han sometido a un aislamiento tanto
de la sociedad como de la propia comunidad universitaria, que se sienten
inermes, desprotegidas y en orfandad.
Desafortunadamente, en momentos críticos no ha
habido una acción contundente por parte del máximo organismo de cogobierno
universitario, como si el problema, que nos agobia, careciera de dimensiones
institucionales. Se pretende que solo los gremios deben atender la defensa de
la Universidad.
Para los miembros de la comunidad universitaria
que están viviendo el acoso constante del gobierno y la mengua constante de las
condiciones de trabajo en la institución, la retórica y algunos acuerdos
del gobierno universitario, de poco vale. Esa retórica inerte no nos hace
mejores universitarios, ni más sabios, ni mejores ciudadanos, ni responde
a una actitud de lucha frente a un gobierno opresor. Sería interesante que la
recomendación hecha por los ilustres ex-Rectores de la ULA, sea tomada en
consideración por el Consejo
Universitario, y se coloque al frente de esta lucha.
Una
autoridad, una institución, no solo debe ser legal, también debe ser legítima.
La legalidad y la legitimidad guardan un orden semejante al que guarda el
Derecho con la Justicia. El ejercicio de la ley ignorando la legalidad
desvirtúa el Derecho. Es decir, la hace perder su virtud de Derecho y queda
invalidada éticamente. Cuando se tiene una Consejo Universitario como el
nuestro, que aprueba todo lo que impone el gobierno militar actual, con muy
pocas voces de rechazo, el resultado es absolutamente ilegítimo.
No nos puede consolar decir que no hay cambio de autoridades universitarias
porque así lo decidió el TSJ, Pasar dos períodos y medio sin que se ejerza la
autonomía, mediante el libre ejercicio democrático que resulta de las
elecciones, es contrario a la doctrina
universitaria. No
se puede analizar la problemática ni plantear las soluciones basados en el
dilema de si primero debe cambiar el gobierno para luego hacerlo la Universidad.
Este dilema se presentó para los dirigentes de la Reforma Universitaria de
Córdoba, y la experiencia demostró la conveniencia de actuar sobre los dos
escenarios, de manera simultánea y sistemática, aun con grandes sacrificios.
¿Qué hacer?
Los hechos de hoy plantean, ante la
conciencia moral de los venezolanos, la obligación de hacer algo por lo
que nos está ocurriendo como país y universidad, la necesidad de cambiar lo que hay que cambiar.
Para
el hombre que tenga conciencia democrática, la presencia de un gobierno
autocrático le presenta pocas opciones:
1)
Si se somete y se amolda, podrá vivir, pero debe estar consciente que está
frente a una esclavitud tranquila.
2) Si no se somete: puede resultar que dé la
vida por la democracia, porque lo pueden matar, lo pueden llevar a prisión, al
exilio, pero está consagrado a una lucha de toda la vida. No importa cuánto
dure la lucha, lo que importa es estar en ella, si la abandona deja de vivir.
Sobrevive, por supuesto, pero deja de vivir.
Cuando
una persona que ha sido formada en la democracia y en la libertad es privada de
esas cosas, ya no vive sino que sobrevive, y sobrevivir no llena una vida. No
es un juego de conceptos ni de sentimientos, es mucho más. En mi caso, queridos
amigos, no quiero terminar mi vida en un
régimen como el cubano.
Para los venezolanos que hoy y ahora
tenemos alguna responsabilidad, debemos
tener hoy y ahora, el valor y la decisión que se necesitan para enfrentar la orgía de insensatez demencial que
nos empuja hacia atrás. Que nos ha
conducido a vivir esta tragedia.
Ejercer como educador es cada vez más cuesta arriba, por la pésima
remuneración que se recibe, sin embargo, los profesores nunca han bajado
sus brazos y continúan en la búsqueda de un mejor país. La constatación del bajo nivel de los sueldos
de los universitarios ha tenido una reacción lógica: la Universidad se está quedando sin personal, y los que permanecen
deben asumir la carga docente de los que se han ido. Ya es común que se
declaren desiertos los concursos para el ingreso de nuevo personal. Hay que desmitificar el concepto de salario como
unido a acciones netamente gremiales. En una Universidad, el salario pasa a ser parte de lo académico,
ya que tener a los mejores docentes, científicos y personal calificado,
requiere de una gran inversión. De hecho, las mejores universidades del mundo
son las que mejores sueldos pagan a su personal.
Ante las actuales circunstancias que vive la
Universidad, los profesores, acompañados por la mayoría de los estudiantes y el
apoyo decisivo de otros gremios universitarios, se han planteado una lucha,
contra viento y marea.
Hoy no celebramos, estamos conmemorando un
día de importancia para quienes hemos escogido como medio de vida la docencia,
la investigación y la extensión universitaria. Nuestro gremio ha decidido: “realizar
una evaluación, junto con los profesores de las distintas áreas, sobre el
funcionamiento responsable del proceso académico (disponibilidad de recursos
humanos; dotación, condiciones físicas, acceso al área de trabajo, entre otros)
y determinar si existen condiciones adecuadas para tal fin”. En cierto modo,
se trata de una auditoría, a la cual se ha negado a realizar la Universidad
como un todo.
Quizás
vale la pena hacernos unas pocas preguntas:
¿Dónde están los compañeros estudiantes que se
graduaron el semestre pasado?
¿Dónde están los profesores que ganaron el
premio de la Fundación Polar en los últimos cinco años?
¿Cuántos miembros de la comunidad
universitaria se han ido?
La respuesta a cada
una de ellas es triste y bochornosa. De allí que: ciertamente, para el hombre
que tenga conciencia democrática, la presencia de un gobierno autocrático le
presenta pocas opciones. Bueno, digámosle
al mundo que escogimos la segunda opción, que no nos someteremos, que se nos puede ir la vida por la
democracia, que nos pueden llevar a prisión, que ésta lucha es para los años
que nos restan de vida. No nos importa cuánto dure la lucha, lo
que importa es estar en ella, si la abandonamos dejamos de vivir. Y esa no es
opción para nosotros.
No
hay otra opción, por eso les invito junto a mis colegas y compañeros
universitarios a no abandonar la lucha, hoy vendrán diez, mañana quizás veinte,
pero llegará el día que inundaremos las calles de Mérida, llegará el día que
nuestros hermanos presos salgan en libertad, llegará el día que nuestros hijos,
familiares y amigos retornen al país, para juntos empezar de nuevo a reconstruirlo;
y esta vez, estaremos muy pendientes
de no caer en las manos de un militar demagogo
y destructor, y que podamos llevar a la justicia a los que arruinaron a nuestra
patria, y finalmente les digo: estoy convencido que en nuestra Universidad
también tenemos enemigos internos y no dejaremos que maten por inercia a
nuestra Casa de Estudios, por no ponerse del lado de esta gloriosa y digna
lucha. Ya han perdido nuestro respeto al querer presentar una normalidad
fingida, en beneficio de sus propios intereses.
Las verdades
que hoy nos abochornan y que nos han traído a donde estamos, no tienen solución si no logramos una
unidad superior entre quienes enfrentamos al régimen que hoy manda en
Venezuela.
Vamos
juntos pues, unidad, unidad y más unidad, Dios
premia la constancia.
Muchas
gracias por su atención
Mérida, 5
de diciembre de 2018
Dr. David Díaz Miranda
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