La autonomía universitaria en América Latina se
encuentra profundamente arraigada en el movimiento que emprendieron los
estudiantes de Córdoba, Argentina, a finales de la segunda década del siglo XX,
efeméride a la que se recurre siempre en la búsqueda de la historia de la
autonomía de las universidades públicas latinoamericanas. Lo sorprendente es
que en el “Manifiesto de la Juventud Universitaria de Córdoba”, emitido el 21
de junio de 1918 por los jóvenes cordobeses para explicar su movimiento y que
llegó a convertirse en el sostén ideológico de los movimientos autonomistas que
se sucedieron en muchas universidades de América Latina, no se hace mención
explícita de la autonomía universitaria, ni se caracterizan las relaciones
entre la universidad y el Estado.
En cambio, además de proponer el gobierno
estudiantil, el Manifiesto hace una severa crítica de la vida interna de la
universidad, y en especial rechaza el anacronismo y autoritarismo con que se
conducía la vida académica. En realidad, esta crítica marca el rompimiento de
la universidad del siglo XX con la decimonónica.
Desde otro punto de vista, el
alcance del movimiento de Córdoba y del Manifiesto que lo acompañó radica en
que sin proponérselo, quizá, ambos le dieron a la autonomía universitaria un carácter
eminentemente latinoamericano. Por otra parte, revisar la historia de la
autonomía universitaria tiene sentido si permite a los universitarios analizar
la situación que guarda su ejercicio porque eso permite contribuir a la
construcción de la universidad pública que la haga contemporánea del presente
latinoamericano pues, sin duda, resulta imposible concebir el futuro de
nuestras sociedades sin la universidad pública, laica y gratuita.
Tampoco es
posible comprender a la universidad pública sin el pleno ejercicio de su
autonomía y, si esto es así, resulta de fundamental importancia analizar y
debatir sobre lo que es y debe ser, hoy, la autonomía, para lo cual es
indispensable recurrir a la historia evitando, así, que la memoria sea materia
inerte, y saber por qué es necesario sostenerla como parte esencial de la
universidad pública.
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